DIA 223--Esther 9--10 Eclesiastés 7 Lucas 5,1-26



Esther 9
"1.Las órdenes del rey debían ejecutarse el día trece del duodécimo mes, Adar, el mismo día en que los enemigos de los judíos tenían pensado aplastarlos; pero la situación cambió, pues fueron los judíos quienes aplastaron a sus adversarios. 2.En todas las provincias del imperio se juntaron los judíos de cada ciudad para perseguir a los que habían tratado de asesinarlos. Nadie pudo resistirles, pues el miedo a los judíos se había apoderado de todos. 3.E incluso los virreyes, los gobernadores, los jefes de provincias y demás funcionarios reales prestaron su colaboración a los judíos por temor a Mardoqueo. 4.Este, en efecto, era un personaje importante en la corte, pues su fama se había extendido por todo el imperio y su poder crecía día a día. 5.Los judíos persiguieron a espada a sus enemigos, haciendo en ellos una espantosa carnicería, pues los tenían a su merced. 6.En Susa, por ejemplo, pasaron a cuchillo a quinientos hombres, 7.además de Pasandata, Dalfon, Aspata, 8.Porata, Adalía, Aridata, 9.Parmaseta, Arisai, Aridai, y Baizata, incluyendo a los hijos de Amán, el perseguidor de los judíos, pero no se apoderaron de sus bienes. 11.Cuando supo Asuero el número de víctimas en Susa, dijo a la reina: 12.«Si aquí en Susa, nada más, los judíos han dado muerte a quinientas personas, ¿qué no irán a hacer en las demás provincias? ¿Piensas, sin embargo, que ya te concedí lo que me pedías, o crees que todavía no ha sido satisfecho tu deseo?» 13.Ester respondió: «Quisiera aún pedirte algo, ¡oh rey!: permite que los judíos de Susa puedan proseguir mañana ejecutando lo dispuesto en el edicto y ordena además que los cadáveres de los diez hijos de Amán sean colgados de la horca.» 14.Como el rey consintiera en ambas cosas, 15.los judíos de Susa volvieron a reunirse al día siguiente, catorce del mes, y dieron muerte a trescientos hombres, pero no se adueñaron de sus cosas. 16.Por su parte, los judíos de las otras provincias también se organizaron para defender sus vidas y su tranquilidad, dando muerte a sesenta y cinco mil de sus enemigos, pero no tocaron sus bienes. 17.Esto aconteció el trece del mes. Al día siguiente se dedicaron a descansar y a celebrar el triunfo con banquetes y fiestas. 18.Los judíos de Susa, empero, como habían ocupado dos días en hacerse justicia, destinaron el día quince para descansar y festejarlo. 19.Esto explica que los judíos que viven en el campo o en aldeas celebren esa fecha con fiestas y banquetes el día catorce de Adar y se envíen regalos unos a otros, y, en cambio, los que habitan en las ciudades tengan como día de fiesta para intercambiarse regalos el quince del mes de Adar. 20.Mardoqueo puso por escrito estos hechos. Luego envió cartas a todos los judíos que vivían en las diversas provincias del imperio, estuvieran lejos o cerca. 21.Los exhortaba a que, cada año, celebraran los días trece y catorce de Adar, 22.para recordar que en esos días los judíos se habían librado de sus enemigos y que, en ese mes, su angustia se había cambiado en felicidad y su duelo en día de fiesta. Los convidaba, pues, a que ese día lo pasaran alegremente, se enviaran regalos unos a otros y dieran limosna a los pobres. 23.Los judíos adoptaron como norma lo que habían comenzado a hacer por su cuenta antes de que se lo dijera Mardoqueo. 24.Les decía, además, que Amán, hijo de Hamedata, el agagita, su perseguidor, como pensaba matarlos a todos, había tirado el Pur, es decir, sorteado cuándo los iba a perseguir y destruir. 25.Pero que, como el rey había conocido oportunamente sus intenciones, había ordenado por decreto que recayese sobre su cabeza el mal que pensaba hacerles a los judíos y lo había mandado ahorcar junto con sus hijos. 26.Por eso tales días se llaman Purim, que viene de la palabra Pur. Debido a lo expresado en esta carta y a lo que ellos mismos habían visto y vivido, los judíos, junto con sus descendientes y con los que se les agregaran en el futuro, se comprometieron a celebrar anualmente y sin falta estos dos días, en la fecha indicada, según se lo pedía Mardoqueo. 27.Y como en cada generación o en cada familia, ciudad o provincia, estos días de Purim serían recordados y celebrados, 28.no perderían estos hechos actualidad entre los judíos, ni su memoria se borraría en el porvenir. 29.Ester, con su autoridad de reina, estampó su firma en esta segunda carta para que tuviera más valor. 30.Las cartas fueron despachadas a todos los judíos de las ciento veintisiete provincias del imperio, ordenándoles, con palabras de paz y de amistad, 31.que observaran estos días de Purim, como lo había establecido Mardoqueo, y respetaran, ellos y sus descendientes, la obligación de ayunar y de guardar luto. 32.Así, pues, Ester le dio el valor de ley a esta celebración de Purim y quedó constancia de ello por escrito."




Esther 10
"1.El rey Asuero estableció un impuesto en los países del continente y en las islas del mar. 2.Todo lo que realizó durante su gobierno y todas sus hazañas, como también la narración del ascenso de Mardoqueo, se encuentran narrados en el libro de las Crónicas de los reyes de Media y de Persia. 3.Así se lee, en efecto, que Mardoqueo era el primer ministro del rey; que fue muy apreciado por los judíos y querido por todos sus hermanos; que procuró siempre el bien de su pueblo y vivió preocupado de la felicidad de sus connacionales. 4.Reflexionando sobre todo lo que había pasado, dijo Mardoqueo: «Sin duda que todo esto ha venido de Dios. 5.Pues si me pongo a repasar el sueño que tuve, nada falta de lo que vi entonces: 6.ni el pequeño manantial que se convirtió en un río desbordante, ni la luz que brillaba, ni el sol. El río es Ester, 6.a quien el rey tomó por esposa y la hizo reina. 8.Los dos dragones somos Amán y yo. Las naciones son aquellos que se organizaron para hacer desaparecer a la nación judía. 9.Mi pueblo es Israel, que clamó a Dios y fue escuchado. Sí, el Señor ha salvado a su pueblo; el Señor nos ha librado de todos estos males y Dios ha realizado una serie de milagros y maravillas como nunca se vieron en otras naciones. 10.En realidad, él trazó dos destinos, uno para su pueblo y otro para las demás naciones. 11.Ambos se cumplieron en la hora y fecha señalada, es decir, en el día en que él intervino en medio de todas las naciones. 12.Dios, entonces, se acordó de su pueblo e hizo justicia a su heredad. 13.Por eso, los días catorce y quince del mes de Adar serán, en adelante, días de reunión, de alegría y de fiesta delante de Dios para su pueblo Israel, desde ahora y para siempre.» El año cuarto del reinado de Tolomeo y Cleopatra, Dositeo, que se decía sacerdote y levita, junto con su hijo Tolomeo, trajeron la presente carta sobre los Purim, diciendo que era auténtica y que había sido traducida por Lisímaco, hijo de Tolomeo, que vivía en Jerusalén."




Eclesiastés 7
"1.Más vale el renombre que óleo perfumado; y el día de la muerte más que el día del nacimiento. 2.Más vale ir a casa de luto que ir a casa de festín; porque allí termina todo hombre, y allí el que vive, reflexiona. 3.Más vale llorar que reír, pues tras una cara triste hay un corazón feliz. 4.El corazón de los sabios está en la casa de luto, mientras el corazón de los necios en la casa de alegría. 5.Más vale oír reproche de sabio, que oír alabanza de necios. 6.Porque como crepitar de zarzas bajo la olla, así es el reír del necio: y también esto es vanidad. 7.El halago atonta al sabio, y el regalo pervierte el corazón. 8.Más vale el término de una cosa que su comienzo, más vale el paciente que el soberbio. 9.No te dejes llevar del enojo, pues el enojo reside en el pecho de los necios. 10.No digas: ¿Cómo es que el tiempo pasado fue mejor que el presente? Pues no es de sabios preguntar sobre ello. 11.Tan buena es la sabiduría como la hacienda, y aprovecha a los que ven el sol. 12.Porque la sabiduría protege como el dinero, pero el saber le aventaja en que hace vivir al que lo posee. 13.Mira la obra de Dios: ¿quién podrá enderezar lo que él torció? 14.Alégrate en el día feliz y, en el día desgraciado, considera que, tanto uno como otro, Dios lo hace para que el hombre nada descubra de su porvenir. 15.En mi vano vivir, de todo he visto: justos perecer en su justicia, e impíos envejecer en su iniquidad. 16.No quieras ser justo en demasía, ni te vuelvas demasiado sabio. ¿A qué destruirte? 17.No quieras ser demasiado impío, ni te hagas el insensato. ¿A qué morir antes de tu tiempo? 18.Bueno es que mantengas esto sin dejar aquellos de la mano, porque el temeroso de Dios con todo ello se sale. 19.La sabiduría da más fuerza al sabio que diez poderosos que haya en la ciudad. 20.Cierto es que no hay ningún justo en la tierra que haga el bien sin nunca pecar. 21.Tampoco hagas caso de todo lo que se dice, para que no oigas que tu siervo te denigra. 22.Que tu corazón bien sabe cuántas veces también tú has denigrado a otros. 23.Todo esto lo intenté con la sabiduría. Dije: Seré sabio. Pero eso estaba lejos de mí. 24.Lejos está cualquier cosa, y profundo, lo profundo: ¿quién lo encontrará? 25.He aplicado mi corazón a explorar y a buscar sabiduría y razón, a reconocer la maldad como una necedad, y la necedad como una locura. 26.He hallado que la mujer es más amarga que la muerte, porque ella es como una red, su corazón como un lazo, y sus brazos como cadenas: El que agrada a Dios se libra de ella, mas el pecador cae en su trampa. 27.Mira, esto he hallado, dice Cohélet, tratando de razonar, caso por caso. 28.Aunque he seguido buscando, nada más he hallado. Un hombre entre mil, sí que lo hallo; pero mujer entre todas ellas, no la encuentro. 29.Mira, lo que hallé fue sólo esto: Dios hizo sencillo al hombre, pero él se complicó con muchas razones."



Lucas 5,1-26
"1.Cierto día la gente se agolpaba a su alrededor para escuchar la palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. 2.En eso vio dos barcas amarradas al borde del lago; los pescadores habían bajado y lavaban las redes. 3.Subió a una de las barcas, que era la de Simón, y le pidió que se alejara un poco de la orilla; luego se sentó y empezó a enseñar a la multitud desde la barca. 4.Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: «Lleva la barca mar adentro y echen las redes para pescar.» 5.Simón respondió: «Maestro, por más que lo hicimos durante toda la noche, no pescamos nada; pero, si tú lo dices, echaré las redes.» 6.Así lo hicieron, y pescaron tal cantidad de peces, que las redes casi se rompían. 7.Entonces hicieron señas a sus compañeros que estaban en la otra barca para que vinieran a ayudarles. Vinieron y llenaron tanto las dos barcas, que por poco se hundían. 8.Al ver esto, Simón Pedro se arrodilló ante Jesús, diciendo: «Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador.» 9.Pues tanto él como sus ayudantes se habían quedado sin palabras por la pesca que acababan de hacer. 10.Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas; en adelante serás pescador de hombres.» 11.En seguida llevaron sus barcas a tierra, lo dejaron todo y siguieron a Jesús. 12.Estando Jesús en uno de esos pueblos, se presentó un hombre cubierto de lepra. Apenas vio a Jesús, se postró con la cara en tierra y le suplicó: «Señor, si tú quieres, puedes limpiarme.» 13.Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda limpio.» 14.Y al instante le desapareció la lepra. Jesús le dio aviso que no lo dijera a nadie. «Vete, le dijo, preséntate al sacerdote y haz la ofrenda por tu purificación como ordenó Moisés, pues tienes que hacerles tu declaración.» 15.La fama de Jesús crecía más y más, a tal punto que multitudes acudían para oírle y ser curados de sus enfermedades. 16.Pero él buscaba siempre lugares solitarios donde orar. 17.Un día Jesús estaba enseñando, y había allí entre los asistentes unos fariseos y maestros de la Ley que habían venido de todas partes de Galilea, de Judea e incluso de Jerusalén. El poder del Señor se manifestaba ante ellos, realizando curaciones. 18.En ese momento llegaron unos hombres que traían a un paralítico en su camilla. Querían entrar en la casa para colocar al enfermo delante de Jesús, 19.pero no lograron abrirse camino a través de aquel gentío. Entonces subieron al tejado, quitaron tejas y bajaron al enfermo en su camilla, poniéndolo en medio de la gente delante de Jesús. 20.Viendo Jesús la fe de estos hombres, dijo al paralítico: «Amigo, tus pecados quedan perdonados.» 21.De inmediato los maestros de la Ley y los fariseos empezaron a pensar: «¿Cómo puede blasfemar de este modo? ¿Quién puede perdonar los pecados fuera de Dios?» 22.Jesús leyó sus pensamientos y les dijo: 23.«¿Por qué piensan ustedes así? ¿Qué es más fácil decir: "Tus pecados te quedan perdonados", o decir: "Levántate y anda"? 24.Sepan, pues, que el Hijo del Hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados.» Entonces dijo al paralítico: «Yo te lo ordeno: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.» 25.Y al instante el hombre se levantó a la vista de todos, tomó la camilla en que estaba tendido y se fue a su casa dando gloria a Dios. 26.Todos quedaron atónitos y alababan a Dios diciendo: «Hoy hemos visto cosas increíbles. » Pues todos estaban sobrecogidos de un santo temor."