DIA 191-2 Crónicas 13--15 Proverbios 19,1-14 Romanos 9




2 Crónicas 13
Abías

1 Abías comenzó a reinar sobre Judá el año dieciocho del rey Jeroboam. 2 Reinó tres años en Jerusalén. Su madre era Micaya, hija de Uriel, de Guibea. Siguió la guerra entre Abías y Jeroboam. 3 Abías entró en combate con un ejército de cuatrocientos mil hombres escogidos, todos valientes guerreros; Jeroboam le hizo frente con ochocientos mil guerreros escogidos y valerosos.
4 Abías, de pie en el monte Semaraím, que está en los cerros de Efraím, les gritó: «Escúchenme, Jeroboam y todo Is rael. 5 ¿Acaso no saben que Yavé, el Dios de Israel, dio el reino de Israel para siempre a David, a él y a sus hijos, comprometiéndose para siempre? 6 Pero Jero boam, hijo de Nabat, siervo de Salomón, se rebeló orgullosamente contra su señor.
6 7 Se juntaron con él unos hombres vanos y malvados y se opusieron a Ro boam, hijo de Salomón, de manera que Roboam, que era joven y sin experiencia, no los resistió. 8 Y ahora ustedes quieren dominar el reino de Yavé, que está en manos de los hijos de David. Ustedes son una muchedumbre, pero tienen los becerros de oro que Jeroboam les puso por dioses. 9 ¿No han expulsado a los sacerdotes de Yavé, los hijos de Aarón y los levitas? ¿No se han hecho sacerdotes a la manera de los pueblos de los demás países? Cualquiera que viene con un novillo y siete carneros y pide ser consagrado es hecho sacerdote de los que no son dioses. 10 En cuanto a nosotros, Yavé es nuestro Dios y no lo hemos abandonado; los sacerdotes hijos de Aarón sirven a Yavé, igual que los levitas. 11 Cada mañana y cada tarde ofrecemos a Yavé víctimas consumidas por el fuego y le presentamos el incienso aromático; los panes ofrecidos están sobre la mesa pura y cada tarde se encienden las lámparas del candelabro de oro, pues nosotros guardamos el ritual de Yavé nuestro Dios, en tanto que ustedes lo han abandonado. 12 Miren que Dios está con nosotros, a nuestra cabeza, con sus sacerdotes y las trompetas que se van a tocar frente a ustedes. Hijos de Israel, no hagan la guerra contra Yavé, el Dios de sus padres, porque nada conseguirán.»
13 Entre tanto, Jeroboam hizo dar un rodeo para poner una emboscada y atacarlos por detrás, de manera que él estaba frente a Judá y la emboscada a espaldas de éstos. 14 Cuando los hombres de Judá se dieron cuenta, vieron que se presentaba el combate de frente y por detrás. 15 Entonces clamaron a Yavé y mientras los sacerdotes tocaban las trompetas, los hombres de Judá lanzaron el grito de guerra; y cuando los hombres de Judá lanzaron el grito de guerra, Dios desbarató a Jeroboam y a todo Israel delante de Abías y de Judá. 16 Huyeron los hijos de Israel delante de Judá, y Dios los entregó en sus manos.
17 Abías y su tropa les causaron una gran derrota; cayeron quinientos mil hombres escogidos de Israel. 18 Quedaron entonces humillados los hijos de Is rael y prevalecieron los hijos de Judá por haberse apoyado en Yavé, el Dios de sus padres.
19 Abías persiguió a Jeroboam y le tomó las ciudades de Betel con sus aldeas, Jesaná con sus aldeas y Efrón con sus aldeas. 20 Jeroboam ya no pudo restablecerse en los días de Abías, pues Yavé lo hirió y murió. 21 En cambio, Abías se fortaleció; tomó catorce mujeres y fue padre de veintidós hijos y dieciséis hijas. 22 El resto de los hechos de Abías, sus actos y palabras están escritos en el relato del profeta Idó. 23 Se acostó Abías con sus padres y lo sepultaron en la ciudad de David. Reinó en su lugar su hijo Asá. En su tiempo el país estuvo en paz durante diez años.




2 Crónicas 14
Asá

1 Asá hizo lo que es bueno y recto a los ojos de Yavé su Dios. 2 Suprimió los altares del culto extranjero y los santuarios altos de las lomas, derribó los monumentos y abatió los troncos sagrados. 3 Invitó a los judíos a que buscaran a Yavé, el Dios de sus padres, y cumplieran la Ley y el mandamiento. 4 Hizo desaparecer de todas las ciudades de Judá los santuarios altos y las columnas dedicadas al sol; y el reino estuvo en paz bajo su reinado. 5 Edificó ciudades fuertes en Judá, porque el país estaba en paz, y no hubo guerra contra él por aquellos años; pues Yavé le había dado tranquilidad.
6 Dijo a Judá: «Edifiquemos estas ciudades, y cerquémoslas de murallas, torres, puertas y barras, mientras el país esté a nuestra disposición; pues hemos buscado a Yavé, nuestro Dios, y por haberlo buscado, él nos ha dado paz por todas partes.»
7 Edificaron y prosperaron. Asá tenía un ejército de trescientos mil hombres de Judá, que llevaban escudos grandes y lanzas, y doscientos ochenta mil de Benjamín, que llevaban el escudo pequeño y eran arqueros, todos ellos esforzados guerreros.
8 Salió contra ellos Zéraj, el etíope, con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros, y llegó hasta Maresá. 9 Salió Asá contra él y se pusieron en orden de batalla en el valle al norte de Maresá. 10 Asá invocó a Yavé su Dios, y dijo: «Oh Yavé, puedes ayudar al desvalido como al poderoso. ¡Ayúdanos, pues, Yavé Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, en tu nombre marchamos contra esta inmensa muchedumbre! Yavé, tú eres nuestro Dios: ¡No prevalezca contra ti hombre alguno!»
11 Yavé derrotó a los etíopes ante Asá y los hombres de Judá; y los etíopes se pusieron en fuga. 12 Asá y la gente que estaba con él los persiguieron hasta Guerar y cayeron de los etíopes hasta no quedar uno vivo, pues fueron destrozados delante de Yavé y su campamento; y se recogió un botín inmenso. 13 Se apoderaron de todas las ciudades, alrededor de Guerar, pues el terror de Yavé pesaba sobre ellos y saquearon las ciudades, pues había en ellas gran botín. 14 Asimismo atacaron las tiendas donde se recogían los ganados, capturando gran cantidad de ovejas y camellos. Después se volvieron a Jerusalén.



2 Crónicas 15
1 Vino entonces el Espíritu de Dios sobre Azarías, hijo de Obed, 2 el cual salió al encuentro de Asá y le dijo: «¡Escúchenme ustedes, Asá y toda la gente de Judá y Benjamín! Yavé estará con ustedes mientras ustedes estén con él; si ustedes lo buscan, él se dejará hallar, pero si ustedes lo abandonan, él los abandonará a ustedes. 3 Durante mucho tiempo estará Israel sin el verdadero Dios y sin sacerdotes que enseñen su Ley, 4 pero cuando en medio de la tribulación se vuelvan a Yavé, Dios de Israel, y lo busquen, entonces lo encontrarán.
5 En aquellos tiempos no habrá paz para quien entre ni para quien salga, sino muchas angustias sobre todos los habitantes de la tierra; 6 porque un pueblo se levantará contra otro, una ciudad contra otra ciudad, porque Dios los perturbará con plagas de toda clase. 7 Entre tanto, ustedes tengan ánimo y no desmayen, esfuércense y que no se debiliten los brazos; puesto que recibirán la recompensa de sus obras.»
8 Al oír Asá estas palabras y esta profecía cobró ánimo e hizo desaparecer los ídolos abominables de todo el país de Judá y Benjamín y de las ciudades que había conquistado en los cerros de Efraím, y restauró el altar de Yavé que estaba delante de la Casa. 9 Congregó a todo Judá y Benjamín, y a los de Efraím, Manasés y Simeón que habitaban entre ellos; pues se habían pasado a él muchos de los israelitas al ver que Yavé, su Dios, estaba con él.
10 Se reunieron en Jerusalén en el mes tercero del año quince del reinado de Asá. 11 Aquel día ofrecieron a Yavé víctimas consumidas por el fuego, tomando para esto setecientos bueyes y siete mil ovejas del botín que habían recogido. 12 Acordaron buscar a Yavé, el Dios de sus padres, con todo su corazón y toda su alma: en esto consiste la Alianza; 13 e incluso dijeron que todo aquel que no buscara a Yavé, el Dios de Israel, sería muerto, fuera pequeño o grande, hombre o mujer. 14 Juraron, pues, a Yavé en alta voz, con gritos de júbilo y al son de trompetas y cuernos, 15 y todo Judá se alegró con motivo del juramento, porque de todo corazón habían prestado juramento, y con plena voluntad habían buscado a Yavé. Por eso él se dejó hallar de ellos; y les dio paz por todas partes.
16 El rey Asá llegó a quitar a Maacá, su madre, el título de Gran Dama, porque había hecho un Horror para Aserá. Asá destruyó este Horror, lo hizo pedazos y lo quemó en el torrente Cedrón. 17 Pero no desaparecieron los santuarios altos de en medio de Israel, aun cuando el corazón de Asá fue perfecto todos los días de su vida. 18 Llevó a la Casa de Yavé las ofrendas consagradas por su padre y sus propias ofrendas: plata, oro y utensilios. 19 No hubo guerra hasta el año treinta y cinco del reinado de Asá.


Proverbios 19,1-14
1 Más vale el pobre que vive honradamente que el sinvergüenza que ha sabido escalar posiciones.
2 De nada vale el entusiasmo si no hay reflexión; el que precipita sus pasos se pierde.
3 Uno se arruina por su propia estupidez, ¡y luego le echa la culpa a Yavé!
4 La fortuna multiplica los amigos, mientras que el desafortunado pierde los suyos.
5 El testigo falso no quedará sin castigo, el que propaga calumnias no se escapará.
6 Un noble tiene muchos aduladores, todos son amigos del que hace regalos.
7 Al pobre lo rechazan todos sus hermanos, con mayor razón sus amigos. ¿Con quién hablar? Nadie se presenta.
8 El que adquiere buen juicio se hace bien a sí mismo; el que actúa con inteligencia será feliz.
9 El testigo falso no quedará sin castigo, el que miente cuando atestigua perecerá.
10 No conviene que un tonto viva en el lujo, y menos aún que un esclavo mande a los príncipes.
11 Un hombre inteligente domina su enojo; al no hacerle caso a la ofensa se agranda.
12 El furor del rey es como el rugido del león, su benevolencia es como el rocío sobre la hierba.
13 Un hijo sin juicio es la desdicha de su padre; chillidos de mujer son como una gotera que no termina.
14 Casa y bienes son herencia paterna, pero Yavé es quien da una esposa juiciosa.



Romanos 9
¿Por qué no han creído los judíos?
1 Quiero hablarles en Cristo; todo será verdad y no miento, tal como mi conciencia me lo atestigua en el Espíritu Santo. 2 Siento una tristeza muy grande y una pena continua, 3 hasta el punto que de searía ser rechazado y alejado de Cristo en lugar de mis hermanos; me refiero a los de mi raza. 4 Ellos son los israelitas, a quienes Dios adoptó; entre ellos descansa su gloria con las alianzas, el don de la Ley, el culto y las promesas de Dios. 5 Suyos son los grandes antepasados, y Cristo es uno de ellos según la carne, el que como Dios está también por encima de todo. ¡Bendito sea por todos los siglos! Amén.
6 No quiero hablar de un fracaso de las promesas de Dios, porque no todos los israelitas son Israel, 7 como tampoco los descendientes de Abrahán eran todos hijos suyos. Pues le fue dicho: Los hijos de Isaac serán considerados tus descendientes. 8 O sea, que no basta ser hijo suyo según la carne para ser hijo de Dios; la verdadera descendencia de Abrahán son los hijos que le han nacido a raíz de la promesa de Dios. 9 Y la promesa es ésta: Por este tiempo volveré y Sara tendrá ya un hijo.
10 Fíjense también en el caso de Rebeca, esposa de nuestro padre Isaac, que estaba esperando mellizos. 11 Como todavía no habían hecho ni bien ni mal, la elección de Dios era totalmente libre y todo dependía, 12 no de los méritos de alguno, sino de su propio llamado. Y fue entonces cuando se le dijo: El mayor servirá al más joven. 13 La Escritura dice al respecto: Elegí a Jacob y rechacé a Esaú.
Dios no es injusto
:B:14 ¿Diremos, entonces, que Dios es injusto? ¡Claro que no! 15 Dice sin embargo a Moisés: Seré misericordioso con quien quiera serlo y me compadeceré de quien quiera compadecerme. 16 Debemos concluir que lo importante no es querer, o llegar primero, sino que Dios tenga misericordia. 17 En la Escritura dice a Faraón: Te hice Faraón con el fin de manifestar en ti mi poder y para que toda la tierra conozca mi Nombre. 18 Así que Dios usa de misericordia con quien quiera y endurece el corazón de quien quiere.
19 Tú me vas a decir: Dios no tiene por qué reprocharme, dado que nadie puede oponerse a su voluntad. 20 Pero, amigo, ¿quién eres tú para pedir cuentas a Dios? ¿Acaso dirá la arcilla al que la modeló: Por qué me hiciste así? 21 ¿No dispone el alfarero de su barro y hace con el mismo barro una vasija preciosa o una para el menaje?
22 Dios ha aguantado con mucha paciencia vasijas que solamente merecían su ira y que después de hacerlas serían reducidas a pedazos; con ellas quería manifestar su justicia y dar a conocer su poder. 23 Asimismo quiere manifestar las riquezas de su gloria con otras vasijas, las vasijas de la misericordia, que ha preparado de antemano para la gloria. 24 Así nos ha llamado Dios, no sólo de entre los judíos, sino también de entre los paganos. 25 Lo dijo con el profeta Oseas: Llamaré “pueblo mío” al que no es mi pueblo, y “amada mía” a la que no es mi amada. 26 Así como se les dijo: “Ustedes no son mi pueblo”, serán llamados “hijos del Dios vivo”.
27 Respecto a Israel, Isaías dice sin vacilar: Aunque los hijos de Is rael fueran tan numerosos como la arena del mar, sólo un resto se salvará. 28 El Señor lo hará en esta tierra sin fallar y sin demora. 29 También Isaías anunció: Si el Señor de los Ejércitos no nos hubiera dejado alguna descendencia, seríamos como Sodoma, parecidos a Gomorra.
30 Entonces, ¿en qué quedamos? En que los paganos, que no buscaban el camino de “justicia”, lo encontraron (hablo de la “justicia” que es fruto de la fe). 31 Israel, en cambio, que buscaba en la Ley un camino de “justicia”, no alcanzó la finalidad de la Ley. ¿Y por qué? 32 Porque se ataba a las observancias y no a la fe. Y tropezaron con Aquel que es la piedra de tropiezo, 33 como está escrito: Mira que pongo en Sión una piedra para tropezar, una roca que hace caer, pero el que crea en él no será confundido.