DIA 168--2 Reyes 10--11 Proverbios 6,20-35 1 Corintios 15,35-58



2 Reyes 10
Jehú efectúa la limpieza de Israel
1 Vivían en Samaría setenta hijos de Ajab. Jehú escribió unas cartas y las envió a Samaría. Mandaba decir a los jefes de la ciudad, a los ancianos y a los que educaban a los hijos de Ajab: 2 «Ustedes tienen a los hijos de su amo, carros y caballos; su ciudad está fortificada y ustedes tienen armas. Pues bien, cuando reciban esta carta, 3 elijan al mejor y más valiente de los hijos de su amo, instálenlo en el trono de su padre y prepárense para luchar por la casa de su amo».
4 Quedaron aterrorizados y se dijeron: «Si dos reyes no fueron capaces de hacerle frente, ¿cómo podremos hacerlo nosotros?» 5 El mayordomo del palacio, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los que educaban a los hijos del rey dieron a Jehú esta respuesta: «Somos tus servidores y haremos todo lo que nos pidas. No proclamaremos rey. Haz lo que mejor te parezca». 6 Jehú les escribió entonces una segunda carta en la que les decía: «Si están conmigo y si están dispuestos a servirme, tomen las cabezas de los hijos de su amo y vengan a verme mañana, a la misma hora, en Yizreel».
6 Los hijos de los reyes eran setenta y eran educados por los nobles de la ciudad. 7 En cuanto recibieron la carta, apresaron a los hijos del rey, degollaron a los setenta, pusieron sus cabezas en unos canastos y se las enviaron a Yizreel. 8 Llegó un mensajero a avisarle a Jehú: «¡Acaban de traer las cabezas de los hijos del rey!» Jehú respondió: «Hagan con ellas dos montones a la entrada de la puerta de la ciudad hasta mañana».
9 A la mañana siguiente Jehú salió y se presentó ante el pueblo, diciéndole: «Ustedes no han cometido delito alguno, mientras que yo conspiré contra mi señor y le di muerte... Pero, ¿quién dio muerte a todos éstos? 10 Vean como ninguna de las palabras que pronunció Yavé contra la casa de Ajab ha quedado sin cumplirse. Yavé llevó a cabo todo lo que había anunciado por boca de su servidor Elías». 11 Jehú dio muerte a todos los que aún estaban vivos de la casa de Ajab en Yizreel: a sus consejeros, sirvientes, sacerdotes; no dejó a nadie con vida.
12 Después se encaminó Jehú a Samaría. Cuando llegó a Bet-Equed-de los Pastores, 13 se encontró con los hermanos de Ocozías, rey de Judá. Les preguntó: «¿Quiénes son ustedes?» Respondieron: «Somos los hermanos de Ocozías y hemos bajado para saludar a los hijos del rey y a los hijos de la reina». 14 Entonces Jehú dijo: «¡Deténganlos!» Los apresaron y los degollaron en la Cisterna de Bet-Equed. Eran cuarenta y dos; a ninguno dejó Jehú con vida.
15 Saliendo de allí encontró a Yonadab, hijo de Recab, que le salía al encuentro. Lo saludó y le dijo: «¿Serás leal conmigo como yo quiero serlo contigo?» Yonadab le respondió: «Sí». «Si es sí, le dijo, dame la mano». Yonadab le tendió la mano y Jehú lo hizo subir a su carro al lado de él. 16 Lo llevó en su carro diciéndole: «Ven conmigo y verás mi celo por Yavé». 17 Cuando hubo entrado en Samaría, Jehú dio muerte a todos los que quedaban de la familia de Ajab en Samaría; los mató a todos, según la palabra de Yavé dicha por Elías.
18 Después reunió Jehú a todo el pueblo e hizo esta proclama: «Ajab sirvió sólo un poco a Baal, Jehú lo servirá mucho mejor. 19 Que se reúnan en torno a mí todos los profetas de Baal, todos sus ayudantes, todos sus sacerdotes, que no falte nadie, porque tengo que ofrecer un gran sacrificio a Baal. Los que no vengan serán condenados a muerte». Era una trampa, pues así quería Jehú dar muerte a todos los que servían a Baal. 20 Jehú añadió: «Convoquen a una asamblea solemne en honor de Baal». Ellos la convocaron.
21 Jehú despachó emisarios por todo Israel y se reunieron todos los servidores de Baal; no faltó ninguno. Entraron en la casa de Baal, que se llenó de bote en bote. 22 Jehú había dicho al hombre encargado de las vestimentas: «Saca las vestimentas para todos los servidores de Baal», y aquél había sacado las vestimentas. 23 Cuando Jehú llegó a la casa de Baal junto con Yonadab, hijo de Reab, dijo a los seguidores de Baal: «Averigüen y cerciórense de que aquí no haya ningún servidor de Yavé sino sólo los secuaces de Baal». 24 Luego entró para ofrecer los sacrificios y los holocaustos.
24 Jehú había ubicado afuera a ochenta hombres, a los que había dicho: «Entregaré a esos hombres en sus manos; si alguno de ustedes deja escapar a uno solo, pagará con su vida». 25 En cuanto terminó el holocausto, Jehú dijo a los guardias y a sus oficiales: «Entren, maten y que no escape nadie». Los guardias y sus oficiales les dieron muerte a espada; mientras avanzaban hasta el santuario del templo de Baal, iban tirando para afuera los cadáveres. 26 Botaron el poste sagrado de la casa de Baal y lo quemaron; 27 en seguida demolieron el altar de Baal y lo convirtieron en un basural que existe todavía hoy.
28 Así fue como Jehú hizo que desapareciera el culto a Baal en Israel. 29 Sin embargo Jehú no se apartó de los pecados a los cuales Jeroboam, hijo de Nabat, había arrastrado a Israel, a saber, los terneros de oro que estaban en Betel y en Dan.
30 Yavé dijo a Jehú: «Ya que has actuado bien, ya que has hecho lo que es justo a mis ojos, y has llevado a cabo todo lo que había decidido en contra de la casa de Ajab, tus hijos reinarán en Israel hasta la cuarta generación». 31 Pero Jehú no se preocupó de caminar con todo su corazón según la ley de Yavé, Dios de Israel. No se apartó de los pecados a los que Jeroboam había arrastrado a Israel.
32 Por esos días, Yavé comenzó a reducir el territorio de Israel: Jazael derrotó a los israelitas en todo el territorio 33 al este del Jordán, en el territorio de Galaad, en el de Gad, Rubén y Manasés, desde Aroer, que está encima del torrente Arnón; en una palabra, en Galaad y en Basán.
34 El resto de las acciones de Jehú, todo lo que hizo y toda su valentía, está escrito en el Libro de las Crónicas de los reyes de Israel. 35 Jehú se acostó con sus padres y lo enterraron en Samaría; en su lugar reinó YoAjaz, su hijo. 36 Jehú había reinado en Israel, desde Samaría, durante veintiocho años.


2 Reyes 11
Principio y fin del reinado de Atalía en Judá
1 Al ver que había muerto su hijo Ocozías, Atalía, su madre, decidió asesinar a toda la descendencia del rey. 2 Mientras se daba muerte a todos los hijos del rey, Yoseba, hija del rey Yoram y hermana de Ocozías, ocultó discretamente a uno de ellos, Yoás, hijo de Ocozías. Metió al niño junto con su nodriza en el dormitorio. Así pudo esconderlo de Atalía, quien no le dio muerte. 3 Estuvo escondido seis años junto con Yoseba en la casa de Yavé, mientras Atalía reinaba en el país.
4 Al séptimo año, el sacerdote Yoyada mandó a buscar a los oficiales de los carios y de la guardia. Los hizo entrar a donde él estaba en la casa de Yavé e hizo con ellos un pacto; después de haberlos hecho jurar en la casa de Yavé, les mostró al hijo del rey. 5 Luego les dijo: «Ustedes van a hacer esto: una tercera parte de ustedes, los que están de guardia el día sábado, vigilarán el palacio real; 6 otra tercera parte se pondrá en la Puerta de Fundación y otra, en la puerta que está frente a los guardias; se irán turnando en la guardia de la Casa. 7 Dos secciones de ustedes, es decir, todos los que acaben su guardia el día sábado, vigilarán el Templo de Yavé, alrededor del rey. 8 Formarán un círculo alrededor del rey, cada cual con su arma en la mano, y si alguien trata de traspasar su formación, lo matarán. Estarán constantemente al lado del rey».
9 Los sacerdotes hicieron todo lo que les había mandado el sacerdote Yoyada; cada cual tomó a sus hombres, a los que comenzaban su guardia el día sábado y a los que la terminaban, y se juntaron alrededor del sacerdote Yoyada. 10 El sacerdote les pasó a los oficiales las lanzas y escudos del rey David que se guardaban en la casa de Yavé; 11 los guardias se pusieron en sus puestos, con su arma en la mano cada uno, desde el lado derecho de la Casa hasta el lado izquierdo, rodeando el altar y la Casa.
12 Entonces el sacerdote pidió al hijo del rey que se acercara, y le puso la corona y los brazaletes reales. Lo proclamaron rey y lo consagraron; todo el mundo aplaudía y gritaba «¡Viva el rey!»
13 Al oír los gritos del pueblo, Atalía se dirigió hacia el tumulto que había en la casa de Yavé. 14 Y allí vio que el rey estaba de pie en el estrado, como era costumbre; los jefes y los que tocaban la trompeta rodeaban al rey, y todo el pueblo estaba de fiesta y tocaban la trompeta. Entonces Atalía rasgó su vestido y exclamó: «¡Traición, traición!»
15 El sacerdote Yoyada dio esta orden a los oficiales: «¡Sáquenla del Templo y si alguien está de su parte, mátenlo con la espada!» Pues el sacerdote pensaba: «No hay que darle muerte dentro de la casa de Yavé». 16 La apresaron y la llevaron por el camino que conduce a la Entrada de los Caballos hasta el palacio real; allí le dieron muerte.
17 Yoyada hizo un pacto entre Yavé, el rey y el pueblo, para que todo el pueblo se portara realmente como pueblo de Yavé. 18 Todo el pueblo fue a la casa de Baal y la demolieron, rompieron los altares y las estelas; y a Matán, el sacerdote de Baal, lo mataron delante de los altares. El sacerdote puso guardias a la casa de Yavé, 19 y llevando consigo a los oficiales, a los carios, a los guardias y a todo el pueblo, pidió al rey que bajara desde la casa de Yavé al palacio real por el camino de la Puerta de la Guardia y allí se sentó en el trono real. 20 Toda la población del país estaba de fiesta, y la ciudad había recuperado la paz; Atalía había sido ejecutada a espada en el palacio real.




Proverbios 6,20-35
Contra el adulterio
20 Hijo mío, observa los consejos de tu padre, no rechaces la enseñanza de tu madre. 21 Mantenlos bien amarrados en tu corazón, cuélgalos de tu cuello. 22 Ellos guiarán tus pasos; en tu sueño velarán por ti y te aconsejarán apenas despiertes.
23 El precepto es una lámpara, la Ley, una luz; las correcciones te enseñan el camino de la vida.
24 Te protegerán de la mala mujer, de las palabras zalameras de la mujer de otro. 25 No sueñes con su belleza, ni te dejes conquistar por sus miradas. 26 La prostituta se conforma con un trozo de pan, pero la mujer adúltera apunta a la vida del hombre.
27 ¿Se pueden llevar brasas en los bolsillos sin que se queme la ropa? 28 ¿Se puede caminar sobre carbones encendidos sin que se quemen los pies? 29 Lo mismo pasa con el que se acerca a la mujer de su prójimo: el que la toca no quedará sin castigo.
30 No se condena al ladrón hambriento que roba para llenar su estómago. 31 Pero si es pillado, tendrá que pagar siete veces más: y en eso se le irá toda su casa. 32 ¡Cuánto más loco el que le levanta al prójimo su mujer! Al hacerlo se pierde a sí mismo. 33 Cosechará golpes y deshonra, dejará en ello su reputación.
34 Porque los celos pondrán furioso al marido; en la primera oportunidad se vengará sin compasión. 35 No aceptará excusa alguna, tus regalos no lo conmoverán.



1 Corintios 15,35-58
¿Con qué cuerpo vamos a resucitar?
:B:35 Algunos dirán: ¿Cómo resurgen los muertos? ¿Con qué clase de cuerpo vuelven?
36 ¡Necio! Lo que tú siembras debe morir para recobrar la vida. 37 Y lo que tú siembras no es el cuerpo de la futura planta, sino un grano desnudo, ya sea de trigo o de cualquier otra semilla. 38 Dios le dará después un cuerpo según lo ha dispuesto, pues a cada semilla le da un cuerpo diferente.
39 Hablamos de carne, pero no es siempre la misma carne: una es la carne del hombre, otra la de los animales, otra la de las aves y otra la de los peces. 40 Y si hablamos de cuerpos, el resplandor de los «cuerpos celestes» no tiene nada que ver con el de los cuerpos terrestres. 41 También el resplandor del sol es muy diferente del resplandor de la luna y las estrellas, y el brillo de una estrella difiere del brillo de otra.
42 Lo mismo ocurre con la resurrección de los muertos. Se siembra un cuerpo en descomposición, y resucita incorruptible. 43 Se siembra como cosa despreciable, y resucita para la gloria. Se siembra un cuerpo impotente, y resucita lleno de vigor. 44 Se siembra un cuerpo animal, y despierta un cuerpo espiritual. Pues si los cuerpos con vida animal son una realidad, también lo son los cuerpos espirituales.
45 Está escrito que el primer Adán era hombre dotado de aliento y vida; el último Adán, en cambio, viene como espíritu que da vida. 46 La vida animal es la que aparece primero, y no la vida espiritual; lo espiritual viene después. 47 El primer hombre, sacado de la tierra, es terrenal; el segundo viene del cielo. 48 Los de esta tierra son como el hombre terrenal, pero los que alcanzan el cielo son como el hombre del cielo. 49 Y del mismo modo que ahora llevamos la imagen del hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial.
El día de la resurrección
50 Entiéndanme, hermanos: lo que es carne y sangre no puede entrar en el Reino de Dios. En la vida que nunca terminará no hay lugar para las fuerzas de descomposición. 51 Por eso les enseño algo misterioso: aunque no todos muramos, todos tendremos que ser transformados 52 cuando suene la última trompeta. Será cosa de un instante, de un abrir y cerrar de ojos. Al toque de la trompeta los muertos resucitarán como seres inmortales, y nosotros también seremos transformados.
53 Porque es necesario que nuestro ser mortal y corruptible se revista de la vida que no conoce la muerte ni la corrupción. 54 Cuando nuestro ser corruptible se revista de incorruptibilidad y esta vida mortal sea absorbida por la inmortal, entonces se cumplirá la palabra de la Escritura: ¡Qué victoria tan grande! La muerte ha sido devorada. 55 ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?
56 El aguijón de la muerte es el pecado, y la Ley lo hacía más poderoso. 57 Pero demos gracias a Dios que nos da la victoria por medio de Cristo Jesús, nuestro Señor.
58 Así, pues, hermanos míos muy amados, manténganse firmes e inconmovibles. Dedíquense a la obra del Señor en todo momento, conscientes de que con él no será estéril su trabajo.