DIA 116- Jueces 5--6 Salmo 117 Santiago 2



Jueces 5
El cántico de Débora

1 Aquel día, Débora y Barac, hijo de Abinoam, entonaron este cántico:
2 En Israel los guerreros dejaron sus cabellos sueltos, del pueblo salieron voluntarios. ¡Bendigan a Yavé!
3 ¡Escuchen reyes, soberanos presten atención, a Yavé le quiero cantar! ¡Cantaré para Yavé, para el Dios de Israel!
4 ¡Oh Yavé! Cuando saliste de Seir, atravesando los campos de Edom, tembló la tierra, los cielos se deshicieron, las nubes se convirtieron en agua. 5 Los montes se estremecieron al paso de Yavé, al paso de Yavé, el Dios de Israel.
6 En tiempos de Samgar, hijo de Anat, en tiempos de Yael, las caravanas no viajaban, los viajeros tomaban caminos apartados.
7 Las aldeas estaban desiertas, estaban desiertas en Israel hasta el día en que yo, Débora, me levanté, yo que fui una madre para Israel.
8 Seguían a dioses nuevos, que antes no se veneraban, y los cuarenta mil hombres de Israel no tenían escudo ni lanza.
9 Mi corazón se vuelve a los jefes de Israel, a los voluntarios del pueblo: ¡bendigan a Yavé!
10 ¡Ustedes que van montados en blancas burras, que se sientan en sus alfombras, ustedes que van por los caminos, canten! 11 Cerca de los abrevaderos el pastor canta las liberaciones de Yavé, sus liberaciones y su bondad para con Israel.
11 El pueblo de Yavé ha bajado a la frontera,
12 ¡despiértate, despiértate, Débora!
12 ¡Despiértate y despierta a tu pueblo!
12 ¡Levántate, Barac, y somete a los que te sometían,
12 hijo de Abinoam!
13 Que los que no cuentan venzan a los poderosos,
13 el pueblo de Yavé se mostró valiente y venció.
14 Los jefes de Efraín bajaron al valle. Benjamín va tras de ti entre tus tropas. Han bajado jefes desde Maquir, y de Zabulón los que llevan el cetro. 15 Los jefes de Isacar están con Débora, Isacar está al lado de Barac, y en la llanura marcha tras sus huellas.
15 Pero junto a los arroyos de Rubén no hay más que palabrería. 16 ¿Por qué te quedaste en tus potreros, oyendo la flauta de tus pastores? Junto a los arroyos de Rubén se contentan con palabrería.
17 Galaad se quedó a la otra orilla del Jordán, Dan estaba en sus barcos, y Aser a la orilla del mar, tranquilo en sus puertos.
18 Pero Zabulón es un pueblo que arriesga su vida, igual que Neftalí, en los campos de batalla.
19 Llegaron los reyes y combatieron. En Tanac, cerca de las aguas de Meguido, combatieron los reyes de Canaán, pero no recogieron botín.
20 De lo alto de los cielos combatieron las estrellas, desde sus caminos pelearon con Sísera. 21 El torrente de Quisón los arrastró, el torrente de los tiempos antiguos, el torrente de Quisón. ¡Oh alma mía, avanza sin miedo!
22 ¡Qué martilleo de cascos de caballos, de caballos a todo galope!
23 Maldigan a Meroz, dijo el ángel de Yavé, maldigan, maldigan a sus habitantes que no estuvieron allí para ayudar a Yavé, para ayudar a Yavé con los valientes.
24 ¡Bendita sea Yael, la mujer de Jeber el quenita, bendita sea entre las mujeres! Bendita sea entre las mujeres que viven en tiendas.
25 El pidió agua, ella le dio leche; le ofreció leche cremosa en su mejor copa. 26 Con una mano toma la estaca, y con su derecha el martillo del obrero. Golpea a Sísera y le rompe la cabeza, le rompe y traspasa su sien. 27 Se desploma a sus pies, cae, está allí tendido. Cayó a sus pies, allí donde se desplomó está muerto.
28 La madre de Sísera se asoma a la ventana, observa a través de la celosía: «¿Por qué, dice, tarda tanto en volver su carro? ¡Qué lentos son sus carros para volver!»
29 La más viva de sus mujeres le responde y ella misma se lo repite: 30 «Se están repartiendo el botín: una cautiva, dos cautivas para cada guerrero, paños de color para Sísera, bordados para su cuello».
31 ¡Oh Yavé, que así perezcan tus enemigos! Y da a los que te aman el resplandor del sol.
31 El país estuvo después tranquilo por cuarenta años.


Jueces 6
Gedeón

1 Los israelitas hicieron lo que es malo a los ojos de Yavé, y Yavé los entregó por siete años en manos de Madián. 2 La opresión de Madián fue dura para Israel, y debido a Madián los israelitas habitaron las hendiduras de las montañas, las grutas y los refugios.
3 Cuando Israel sembraba, Madián hacía una incursión junto con Amalec y los hijos de Oriente. 4 Se instalaban en su tierra y devastaban todos los campos hasta los alrededores de Gaza; nada le quedaba a Is rael para comer, ni corderos ni bueyes ni burros. 5 Sus rebaños y sus tiendas eran tan numerosos como las langostas; no se los podía contar ni a ellos ni a sus camellos cuando llegaban al país para arrasar con todo. 6 Israel estaba en la miseria por culpa de Madián, y los israelitas clamaron a Yavé.
7 Entonces ( ) 8 Yavé mandó un profeta que les dijo: «Esto dice Yavé, el Dios de Israel: Yo fui quien los hizo subir de Egipto, quien los hizo salir de la casa de la esclavitud. 9 Así como los libré de la mano de los egipcios, así los he librado de todos aquellos que los oprimían. Los expulsé ante ustedes y les di a ustedes su país. 10 Entonces les dije: Yo soy Yavé su Dios, no tomen en cuenta a los dioses de los amoreos en cuyo país viven. Pero ustedes no me hicieron caso».
Dios llama a Gedeón
11 El ángel de Yavé se fue a sentar bajo el terebinto que está en Ofra y que pertenecía a Joas, del clan de Abiezer. Gedeón, su hijo, estaba trillando el trigo en el lagar para esconderlo de los madianitas. 12 El ángel de Yavé se le apareció y le dijo: «¡Yavé está contigo, valiente guerrero!». 13 Gedeón respondió: «Perdona, señor, pero si Yavé está con nosotros, ¿por qué nos pasa todo esto? ¿Dónde están todos esos prodigios que nos contaron nuestros padres, cuando nos decían: Yavé nos hizo subir de Egipto? Lo que es ahora, Yavé nos ha dejado caer y nos ha entregado en las manos de Madián».
14 Entonces Yavé se volvió hacia él y le dijo: «¡Anda! Tú eres capaz de librar a Israel de la mano de Madián: yo soy quien te envía!» 15 Pero él respondió: «Disculpa, señor, pero ¿cómo salvaré a Israel? Pues mi clan es el más pequeño de la tribu de Manasés y yo soy el más chico en la familia de mi padre». 16 Yavé le dijo: «Yo estaré contigo y tú derrotarás a Madián como un solo hombre».
17 Respondió: «Si realmente te he caído en gracia, hazme ver una señal y así sabré que eres tú quien me habla. 18 No te alejes de aquí hasta que vuelva con una ofrenda que depositaré ante ti». Yavé respondió: «Me quedaré aquí hasta que vuelvas». 19 Se fue pues Gedeón; preparó un cabrito y con una medida de harina hizo panes sin levadura. Puso la carne en una canasta y el caldo en un una olla y lo llevó todo para ofrecérselo bajo el terebinto. 20 El ángel de Dios le dijo entonces: «Toma la carne y los panes sin levadura, deposítalos en esa roca y derrama el caldo». Y así lo hizo.
21 Entonces el ángel de Yavé extendió su bastón y con la punta tocó la carne y los panes sin levadura: salió fuego de la roca y consumió la carne y los panes sin levadura; el ángel de Yavé mientras tanto había desaparecido de su vista.
22 Gedeón comprendió que era el ángel de Yavé y dijo: «¡Ay de mí, señor Yavé, porque realmente vi al Angel de Yavé cara a cara!» 23 Pero Yavé le dijo: «No tengas miedo, porque no morirás». 24 Gedeón construyó en ese lugar un altar para Yavé, al que llamó: Yavé-Paz. Aún existe actualmente en Ofra, en las tierras de Abiezer.
25 Esa misma noche le dijo Yavé: «Toma el novillo de tu padre. Demolerás el altar de Baal que pertenece a tu padre y derribarás el poste sagrado que está al lado. 26 Luego construirás un altar a Yavé tu Dios, en la cumbre de esta colina fortificada, y me sacrificarás el novillo, quemándolo con la leña del poste sagrado».
27 Gedeón tomó a diez de sus sirvientes e hizo lo que Yavé le había ordenado. Pero no lo hizo de día porque temía a la familia de su padre y a los hombres de la ciudad; por eso lo hizo de noche. 28 Cuando los hombres de la ciudad se levantaron a la mañana siguiente, vieron que el altar de Baal había sido derribado, que el poste sagrado que estaba al lado había sido cortado, y que un novillo había sido ofrecido en holocausto en el nuevo altar. 29 Se preguntaban unos a otros quién habría hecho eso. Se pusieron a investigar, a preguntar y se les dijo: «Gedeón, hijo de Joás, fue quien lo hizo».
30 Los hombres de la ciudad dijeron a Joás: «¡Entréganos a tu hijo para que muera! Pues él fue quien demolió el altar de Baal y derribó el poste que estaba al lado». 31 Pero Joás respondió a la gente que lo amenazaba: «¿Así que ahora defienden a Baal? ¿Así que quieren salvarlo? ( ) Si Baal es Dios que se defienda por sí solo, ya que le han demolido su altar». 32 Ese día pusieron a Gedeón el sobrenombre de Jerubaal, porque decían: «Que Baal se defienda de él ya que le destruyó su altar».
33 Se reunieron todos los madianitas, los amalecitas y los hijos de Oriente; atravesaron el Jordán y acamparon en la llanura de Jezrael. 34 Entonces se apoderó de Gedeón el espíritu de Yavé. Tocó el cuerno y se puso tras él todo el clan de Abiezer. 35 Mandó mensajeros a todo el territorio de Manasés, quien también se juntó tras él. Mandó también mensajeros a Aser, Zabulón y Neftalí, y vinieron a su encuentro.
36 Gedeón dijo a Dios: «Si realmente quieres salvar a Israel por mi mano, como lo has dicho, concédeme esta señal: 37 Pondré un vellón de lana en la era. Si solamente el vellón está con rocío, siendo que todo el suelo del derredor está seco, sabré que tú quieres librar a Israel por mi mano, como lo has dicho». 38 Y así sucedió. Cuando se levantó muy de mañana, tomó el vellón, lo estrujó y con el rocío llenó una copa. 39 Gedeón dijo entonces a Dios: «No te enojes conmigo si vuelvo a hablar: dame otra prueba con el vellón y que sólo quede seco el vellón mientras todo el suelo del derredor queda cubierto de rocío». 40 Así hizo Yavé que fuera esa noche, y el vellón quedó seco mientras que el rocío cubrió el suelo.



Salmo 117
19 ¡Aleluya!
1 ¡Alaben al Señor en todas las naciones,
1 y festéjenlo todos los pueblos!
2 Pues su amor hacia nosotros es muy grande,
2 y la lealtad del Señor es para siempre.




Santiago 2
Los dos reinos.

—Esta lucha entre los reyes de la tierra y el Elegido de Dios es un anuncio del libro del Apocalipsis. Dios ha venido a los hombres: Su presencia es un desafío a los que quisieran ser señores del mundo; no habrá paz duradera en esta tierra.
1 ¿Para qué meten ruido las naciones y los pueblos meditan vanos planes? 2 Se sublevan los reyes de la tierra, y sus fuerzas unen los soberanos en contra del Señor y de su Ungido. 3 «¡Vamos, dicen, rompamos sus cadenas y su yugo quebremos!»
4 El que se sienta en los cielos se sonríe, el Señor se burla de ellos. 5 Luego les habla con enojo y su furor los amedrenta: 6 «Yo soy quien ha consagrado a mi rey en Sión, mi monte santo.»
7 Voy a comunicar el decreto del Señor: El me ha dicho: «Tú eres hijo mío, yo te he engendrado hoy. 8 Pídeme y serán tu herencia las naciones, tu propiedad, los confines de la tierra. 9 Las regirás con un cetro de hierro y quebrarás como cántaro de arcilla.»
10 Pues bien, reyes, entiendan, recapaciten, jueces de la tierra. 11 Sirvan con temor al Señor, besen, temblando, sus pies; 12 no sea que se enoje y perezcan, pues su cólera estalla en un momento. ¡Felices los que en él se refugian!