DIA 97-Deuteronomio 22--23 Salmo 98 Hechos 26



Deuteronomio 22
Si encuentras algún objeto perdido

1 Si encuentras extraviado el buey o la oveja de tu hermano, no te harás el desentendido, sino que se lo llevarás a tu hermano. 2 Si este hermano no es vecino tuyo y no sabes a quién pertenece el animal, lo guardarás en tu casa hasta que su dueño vaya a buscarlo. Entonces se lo devolverás. 3 Lo mismo harás con su burro, y lo mismo con su vestido, y lo mismo con cualquier objeto que se le extravió a tu hermano, el día que lo encuentres. No puedes hacer como si no supieras. 4 Si ves el burro de tu hermano o su buey que caen en el camino, no puedes desentenderte, sino que ayudarás a levantarlo.
5 La mujer no llevará vestido de hombre, ni el hombre vestido de mujer, porque Yavé aborrece al que hace tal cosa.
6 Si encuentras en tu camino un nido de pájaros en un árbol o en el suelo, y la madre está echada sobre los polluelos o sobre los huevos, no te llevarás a la madre con las crías, 7 sino que dejarás que ella se vaya y tomarás para ti sólo las crías. Así tendrás prosperidad y larga vida.
8 Cuando construyas una casa nueva, harás alrededor de la azotea un pequeño muro, no sea que alguien se caiga desde arriba y tu casa quede manchada con sangre.
9 No sembrarás en tu viña ninguna otra semilla, porque de hacerlo, tanto los productos de esta siembra como las uvas de tu viña quedarían prohibidos. 10 No ararás con un buey y un burro juntos. 11 No te vestirás con un paño tejido mitad de lana y mitad de lino.
12 Te harás una borla en las cuatro puntas del manto con que te cubras.
13 Aquí viene el caso de un hombre que se ha casado con una mujer y después deja de quererla. 14 Este hombre empieza a reprocharla por su conducta y a difamarla, y se le ocurre decir: “Me casé con esta mujer, y al acostarme con ella, no le encontré las señas de su virginidad.” 15 En ese caso el padre y la madre de la joven tomarán el paño en que están las señas de su virginidad y lo mostrarán a los jueces de la ciudad. 16 El padre de la joven dirá a los jueces: “He dado a mi hija por esposa a este hombre, pero ya no la quiere, y ahora pretende que no la tomó virgen. 17 Vean, pues, ahí las pruebas de la virginidad de mi hija.” Y extenderán el paño delante de los jueces de la ciudad. 18 Si el hombre es culpable, los jueces lo tomarán preso y lo azotarán. 19 Lo multarán además en cien monedas de plata, que entregarán al padre de la joven, por haber difamado a una virgen de Israel. El marido tendrá que tomarla como esposa y no podrá repudiarla en toda su vida.
20 Pero si es verdad lo que el hombre dice, y no aparecen las pruebas de su virginidad, 21 entonces la sacarás a la puerta de la casa de su padre y morirá apedreada por el pueblo, por haber cometido una infamia en Israel, prostituyéndose mientras todavía estaba en la casa de su padre. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti.
22 Si se sorprende a un hombre acostado con una mujer casada, morirán los dos, el adúltero y la adúltera. Así harás desaparecer el mal de Israel.
23 Si una joven está prometida en matrimonio a un hombre, y otro hombre la encuentra en la ciudad y se acuesta con ella, 24 los llevarán a los dos y los apedrearán hasta que mueran: la joven porque no gritó y no pidió ayuda, estando en la ciudad, y el hombre, porque deshonró a la mujer de su prójimo. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti.
25 Pero si el hombre encuentra en el campo a una joven prometida en matrimonio, y a la fuerza la viola, sólo el hombre que la violó morirá. 26 No harás nada a la joven; ella no merece la muerte, porque así como un salteador se arroja sobre un hombre y lo asesina, de la misma manera fue asaltada la joven. 27 Estaba sola en el campo, gritó y nadie le prestó ayuda.
28 Si un hombre encuentra a una joven virgen, no prometida en matrimonio a otro hombre, y a la fuerza la viola y luego son sorprendidos, 29 el hombre que se acostó con ella dará al padre de la joven cincuenta monedas de plata, y la tomará por esposa. Y no podrá repudiarla en toda su vida, ya que la deshonró.



Deuteronomio23
Leyes que resaltan el carácter sagrado del pueblo de Israel

1 Ninguno tomará por esposa a la de su padre; que no se atreva a deshonrar a su padre.
2 El hombre que tenga los testículos aplastados o el pene mutilado no será admitido en la asamblea de Yavé. 3 Tampoco el mestizo será admitido en la asamblea de Yavé, ni aun en la décima generación. 4 El amonita y el moabita no se admitirán jamás en la asamblea de Yavé, ni aun después de la décima generación. 5 Porque, cuando ustedes venían de Egipto, no les salieron al encuentro con pan y agua sino que trajeron a Balaam, hijo de Beor de la ciudad de Petar en Mesopotamia, para que los maldijera. 6 Pero Yavé, tu Dios, no escuchó a Balaam y cambió la maldición por bendición, porque Yavé te ama. 7 A estos pueblos nunca les proporcionarás prosperidad ni bienestar.
8 Pero no aborrecerás al edomita, pues es hermano tuyo. No aborrecerás al egipcio, porque fuiste peregrino en su tierra. 9 A la tercera generación, sus descendientes podrán ser admitidos en la asamblea de Yavé.
10 Cuando salgas de campaña contra tus enemigos, te guardarás de toda acción mala. 11 Si hay entre los tuyos un hombre que no esté puro por causa de una polución nocturna, saldrá fuera del campamento y no volverá a entrar. 12 Al llegar la tarde se lavará y a la puesta del sol podrá entrar de nuevo al campamento.
13 Habrá un lugar afuera del campamento para satisfacer las necesidades naturales. 14 Llevarás una estaquita al cinturón, con la cual harás un hoyo antes de ponerte en cuclillas, y luego taparás el excremento con la tierra sacada. 15 Porque Yavé, tu Dios, recorre el campamento para protegerte y entregar en tus manos al enemigo. Por eso tu campamento debe ser cosa limpia y sagrada, en que Yavé no vea nada indecente; de lo contrario se apartaría de ti.
16 No entregarás a su amo al esclavo que huyó de su casa y se acogió a ti. 17 Se quedará contigo entre los tuyos, en el lugar que él elija en una de tus ciudades, donde mejor le parezca; no lo molestarás.
18 No habrá entre las hijas de Israel prostituta sagrada, ni prostituto sagrado entre los hijos de Israel. 19 Sea cual fuere el voto que hayas hecho, no llevarás a la casa de Yavé, tu Dios, regalo de prostitutas, ni salario de perro, o sea, prostituto, porque ambas cosas son abominables a los ojos de Yavé.
20 No prestarás con interés a tus hermanos, ni dinero, ni alimentos, ni cualquier otra cosa por la que se cobran intereses. 21 Al extranjero podrás prestarle con interés, pero a tu hermano, no. Con esto conseguirás que Yavé, tu Dios, te bendiga en todas tus empresas, en la tierra que vas a poseer.
22 Si haces algún voto a Yavé, no tardes en cumplirlo, porque sin duda Yavé te lo reclamará y tú cargarías con un pecado. 23 Pero si no haces votos, no cometes pecado alguno. 24 Cumplirás tus promesas y, si haces algún voto, ofrecerás según hayas prometido a Yavé.
25 Si entras en la viña de tu prójimo, podrás comer las uvas que quieras, pero no podrás llevarte ninguna. 26 Si pasas por los sembrados de tu prójimo, podrás arrancar espigas con tu mano, pero no meterás la hoz en las mieses de tu prójimo.




Salmo 98
Entonen al Señor un canto nuevo.

—La humanidad ha conocido el camino de su liberación y salvación:
— en la venida de Cristo, Dios hecho hombre, — en su resurrección.
1 Entonen al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas, la salvación provino de su diestra, de su brazo de santidad.
2 El Señor dio a conocer su salvación, hizo ver a los paganos su justicia, 3 se acordó de su amor y fidelidad en favor de la casa de Is rael.
3 Todos, hasta los confines del mundo, han visto la salvación de nuestro Dios.
4 ¡Aclamen al Señor, toda la tierra, estallen en gritos de alegría!
5 ¡Canten con la cítara al Señor, con la cítara y al son de la salmodia, 6 al son de la trompeta y del cuerno aclamen el paso del Rey, el Señor!
7 ¡Rujan el mar y todo lo que contiene, el mundo y todos los que lo habitan!
8 Aplaudan los ríos y los montes griten de alegría delante del Señor, porque ya viene, porque ya viene a juzgar la tierra.
8 Juzgará al mundo con justicia y a los pueblos según su derecho.



Hechos 26
Pablo da testimonio ante el rey Agripa
1 Agripa dijo a Pablo: «Puedes hablar en tu defensa.» Entonces Pablo extendió su mano y empezó a hablar así:
2 «Rey Agripa, me siento afortunado de poderme defender hoy ante ti de todo lo que me reprochan los judíos, 3 pues tú conoces perfectamente sus costumbres y las discusiones propias de ellos. Por eso te ruego tengas la bondad de escucharme.
4 Todos los judíos saben cómo he vivido desde mi juventud tanto en la comunidad judía como en Jerusalén. 5 Me han visto de tan cerca que, si quisieran, podrían testificar que he vivido como un fariseo en la secta más rigurosa de nuestra religión. 6 Y si ahora soy aquí procesado, es por esperar la promesa hecha por Dios a nuestros padres; 7 de hecho, el culto perpetuo que nuestras doce tribus rinden a Dios noche y día no tiene otro propósito que el de alcanzar esta promesa. Por esta esperanza, oh rey, me acusan los judíos. 8 Pero ¿por qué no quieren ustedes creer que Dios resucita a los muertos?
9 Yo mismo, al principio, consideré que era mi deber usar todos los medios para combatir el nombre de Jesús el Nazareno. 10 Así lo hice en Jerusalén con los poderes que me dieron los jefes de los sacerdotes: hice encarcelar a muchos creyentes, y cuando eran condenados a muerte, yo di también mi voto. 11 Recorría las sinagogas y multiplicaba los castigos para obligarlos a renegar de su fe, y tal era mi furor contra ellos, que los perseguía hasta fuera de nuestras fronteras.
12 Con este propósito iba a Damasco con plenos poderes y por encargo de los jefes de los sacerdotes. 13 En el camino, oh rey, a eso del mediodía, vi una luz que venía del cielo, más resplandeciente que el sol, que nos deslumbró a mí y a los que me acompañaban. 14 Todos caímos al suelo y yo oí una voz que me decía en hebreo: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? En vano pataleas contra el aguijón.»
15 Yo dije: «¿Quién eres, Señor?» Y el Señor dijo: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues. 16 Ahora levántate y ponte en pie: me he manifestado a ti para hacerte servidor y testigo de lo que has visto de mí y de lo que te mostraré más adelante. 17 Yo te protegeré tanto de tu pueblo como de los paganos a quienes te envío. 18 Tú les abrirás los ojos para que se conviertan de las tinieblas a la luz y del poder de Satanás a Dios: creyendo en mí se les perdonarán los pecados y compartirán la herencia de los santos.»
19 Yo, rey Agripa, no rechacé esta visión celestial. 20 Muy por el contrario, empecé a predicar, primero a la gente de Damasco, luego en Jerusalén y en el país de los judíos, y por último en las naciones paganas. Y les pedía que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, mostrando en adelante los frutos de una verdadera conversión.
21 Por cumplir esta misión los judíos me detuvieron en el Templo y trataron de matarme. 22 Pero, con la ayuda de Dios, seguí dando mi testimonio a grandes y pequeños hasta el día de hoy. En ningún momento me aparto de lo que Moisés y los Profetas dijeron de antemano: 23 que el Mesías tenía que morir; que sería el primero en resucitar de entre los muertos, y después anunciaría la luz tanto a su pueblo como a las demás naciones.»
24 Al llegar Pablo a este punto de su defensa, Festo exclamó con voz muy alta: «Pablo, ¡tú estás loco! Tus muchos estudios te han trastornado la mente.» 25 «No estoy loco, excelentísimo Festo, contestó Pablo; estoy diciendo cosas verdaderas con mucho sentido. 26 El rey está bien enterado de estas cosas, por eso le hablo con tanta libertad. Estoy convencido de que no ignora nada de este asunto, pues esas cosas no han sucedido en un rincón. 27 Rey Agripa, ¿crees a los Profetas? Yo sé que crees.»
28 Agripa le contestó: «¡Un poco más y vas a pensar que ya me has hecho cristiano!» 29 Pablo le respondió: «Por poco o por mucho, quiera Dios que no sólo tú, sino también todos los que hoy me escuchan, llegaran hasta donde yo he llegado, a excepción de estas cadenas.»
30 En ese momento el rey se levantó, y con él el gobernador, Berenice y todos los asistentes. 31 Mientras se retiraban, conversaban entre sí y decían: «Este no es hombre para hacer cosas que merezcan la muerte o la cárcel.» 32 Agripa dijo a Festo: «Si no hubiese apelado al César, se le habría podido dejar en libertad.»