DIA 106-- Josué 7--8 Salmo 107 2 Tesalonicenses 1


Josué 7
Acán desobedece la ley del anatema
1 Los israelitas cometieron una grave infidelidad a propósito del anatema. Acán, hijo de Carmí, hijo de Zabdi, hijo de Zerá, de la tribu de Judá, tomó cosas prohibidas por el anatema, y estalló la cólera de Yavé contra los israelitas.
2 Desde Jericó, Josué envió hombres a Aí, que está al lado de Betaven, al este de Betel. «Suban y exploren el terreno», les dijo. Esos hombres fueron a reconocer la ciudad de Aí. 3 A su regreso dijeron a Josué: «No vale la pena movilizar a todo el pueblo, basta que suban hasta Aí dos o tres mil hombres para conquistarla, pero no fatigues a todo el pueblo, porque sus habitantes son muy pocos.
4 Subieron más o menos tres mil hombres del pueblo, pero los habitantes de Aí los rechazaron. 5 La gente de Aí les mataron como treinta y seis hombres y luego los persiguieron desde la puerta de la ciudad hasta Sebarim. En la bajada los masacraron. Presa del miedo, el pueblo se desanimó.
6 Entonces Josué rasgó su ropa y estuvo postrado con el rostro en tierra ante el Arca de Yavé hasta la tarde. El y los ancianos de Israel se echaron polvo en sus cabezas. 7 Josué dijo entonces: «¡Ay! ¡Señor Yavé! ¿Para qué hiciste que este pueblo atravesara el Jordán? ¿Fue acaso para entregarnos en manos de los amoreos y hacernos morir? ¿Por qué no nos quedamos mejor al otro lado del Jordán? 8 Señor, Israel ha vuelto la espalda frente a sus enemigos: ¿qué puedo decir ahora? 9 Los cananeos y todos los habitantes de este país lo van a saber, nos cercarán y borrarán nuestro nombre de este país. ¿Qué vas a hacer por el honor de tu gran nombre?»
10 Yavé respondió a Josué: «¡Levántate! ¿Por qué estás ahí tirado con el rostro en tierra? 11 Israel pecó, fue infiel a la Alianza que le prescribí. Tomaron objetos prohibidos por el anatema, los robaron, mintieron y los escondieron en el equipaje. 12 Los israelitas no opondrán más resistencia a sus enemigos, darán vuelta la espalda frente a sus adversarios, porque se volvieron anatemas. Ya no estaré más con ellos mientras no quiten el anatema de entre ustedes.
13 Pues bien, vas a santificar a los israelitas. Les dirás: Santifíquense para mañana, porque esto dice Yavé, el Dios de Is rael: El anatema está en medio de ustedes, israelitas, y ustedes no opondrán resistencia a sus enemigos hasta que no hayan quitado de entre ustedes el anatema. 14 Por eso comparecerán mañana por tribus. La tribu que retenga Yavé comparecerá por familias, la familia que retenga Yavé comparecerá por casas, y la casa que retenga Yavé comparecerá por cabezas. 15 El que haya sido designado será quemado en la hoguera con todo lo que le pertenezca, porque fue infiel a la Alianza de Yavé y cometió un crimen en Israel».
16 Al día siguiente, Josué se levantó muy de madrugada e hizo que compareciera Israel. Fue retenida la tribu de Judá. 17 Hizo comparecer las familias de Judá y fue retenida la familia de Zerá. Hizo que compareciera la familia de Zerá por casas y fue retenida la casa de Zabdi. 18 Hizo que compareciera la casa de Zabdi por cabezas y fue retenido Acán, hijo de Carmí, hijo de Zabdi, hijo de Zerá, de la tribu de Judá.
19 Entonces Josué dijo a Acán: «¡Di la verdad delante de Yavé, el Dios de Israel, hijo mío! ¡Ríndele homenaje! Dime lo que hiciste y no me ocultes nada». 20 Acán respondió a Josué: «Es cierto, pequé contra Yavé, el Dios de Israel, y esto fue lo que hice: 21 En medio de los despojos vi un hermoso manto de Chinear, doscientas piezas de plata y un lingote de oro que pesaba cincuenta siclos. Cedí a la tentación y los tomé. Están ocultos en el suelo, en el centro de mi tienda y la plata está debajo».
22 Josué mandó a dos hombres. Corrieron a la tienda: todo estaba en la tienda bien escondido y la plata estaba debajo. 23 Lo sacaron entonces de la tienda y lo llevaron a donde estaba Josué con todo Is rael. Y lo depositaron todo delante de Yavé.
24 Josué y todo Israel tomaron a Acán, hijo de Zerá, con la plata, el manto, el lingote de oro, los hijos y las hijas de Acán junto con sus bueyes, sus burros, sus ovejas, su tienda y todo lo que le pertenecía, y los llevaron al valle de Acor. 25 Entonces Josué le dijo: «¿Por qué atrajiste la desgracia sobre nosotros? Que Yavé, hoy día, te traspase a ti la desgracia». Y todo Israel lo apedreó. Los quemaron en la hoguera y los apedrearon. 26 Encima de Acán se levantó un gran montón de piedras que está allí todavía, y Yavé se apaciguó del ardor de su cólera. Por eso, hasta el día de hoy llaman a ese lugar: el valle de Acor.




Josué 8
Josué conquista Aí

Yavé dijo a Josué: «¡No temas ni tengas miedo! Reúnete con todos los hombres de guerra y vayan a atacar a Aí. Pues has de saber que puse en tus manos al rey de Aí y a su pueblo, su ciudad y su territorio. 2 Tratarás a Aí y a su rey igual como trataste a Jericó y a su rey, pero podrán tomar el botín: sus despojos y el ganado. Prepara pues ahora una emboscada detrás de la ciudad».
3 Josué se levantó con todos los hombres de guerra para atacar a Aí; Josué eligió treinta mil hombres, valientes guerreros, y los envió de noche. 4 Les dio esta orden: «Pónganse en emboscada muy cerca de la ciudad, detrás de ella. 5 Yo y todo el pueblo que está conmigo nos aproximaremos a la ciudad y cuando salgan a nuestro encuentro como la otra vez, emprenderemos la fuga. 6 Saldrán detrás de nosotros y los atraeremos lejos de la ciudad. Porque pensarán que huimos de ellos como la vez anterior. 7 En ese momento saldrán ustedes de su emboscada y ocuparán la ciudad, ya que Yavé su Dios la puso en manos de ustedes. 8 Cuando se hayan apoderado de la ciudad, le prenderán fuego. ¡Estas son mis órdenes!»
9 Luego Josué los despachó y se fueron a la emboscada entre Betel y Aí, al oeste de Aí.
10 Josué se levantó muy temprano y pasó revista al pueblo. Luego, junto con los ancianos de Israel, avanzó hacia Aí, a la cabeza del pueblo. 11 Todos los hombres de guerra que estaban con él subieron, se acercaron y llegaron frente a Aí. Acamparon al norte de la ciudad, dejando de por medio el valle entre ellos y Aí. 12 Josué tomó entonces cinco mil hombres y los puso en emboscada entre Betel y Aí, al oeste de la ciudad. 13 El pueblo había instalado su campamento al oeste de Aí. Josué pasó la noche con el pueblo.
La toma y desmantelamiento de Aí
14 Al ver esto, el rey de Aí se levantó muy temprano y salió con todo su pueblo al encuentro de Israel para atacarlo en la bajada que lleva a la Araba. No sabían que se había preparado contra ellos una emboscada detrás de la ciudad. 15 Josué y todo Israel se dejaron vencer por ellos y se batieron en retirada por la ruta del desierto. 16 Entonces toda la gente que estaba en la ciudad se juntó para perseguirlos; persiguieron a Josué y se dejaron llevar lejos de la ciudad. 17 Por último no quedó nadie más en Aí; todo el mundo perseguía a Israel. Incluso habían dejado abierta la ciudad cuando se lanzaron en persecución de Israel.
18 Yavé dijo entonces a Josué: «Esgrime la lanza que tienes en tu mano hacia Aí, que te la voy a entregar en tus manos». Josué tendió la lanza que tenía en la mano hacia la ciudad, 19 y apenas hubo hecho el gesto, los que estaban emboscados salieron del lugar donde se encontraban. Corrieron, entraron en la ciudad y se la tomaron, luego prendieron fuego a la ciudad.
20 Al darse vuelta, los hombres de Aí vieron el humo que subía desde la ciudad al cielo. No sabían por dónde escapar, porque el pueblo que hasta ese momento huía al desierto, se volvía ahora contra ellos y los perseguía. 21 Josué y todo Israel habían visto que los que estaban emboscados se habían apoderado de la ciudad, porque el humo subía de la ciudad. Regresaron pues y aplastaron a los hombres de Aí. 22 Estos se toparon con los israelitas por los dos lados, porque los de la emboscada salían ahora de la ciudad a su encuentro. Los masacraron sin dejarles ni un sobreviviente ni un escapado. 23 Los israelitas capturaron vivo al rey de Aí y se lo llevaron a Josué.
24 Israel acabó de masacrar a todos los habitantes de Aí, a los que perseguía en el campo o en el desierto: todos murieron a espada, hasta el último. Luego Israel se volvió contra Aí y pasó a cuchillo la ciudad. 25 El total de los que cayeron ese día, hombres y mujeres, fue de doce mil, todos habitantes de Aí. 26 Josué no bajó su mano que blandía la lanza hasta que todos los habitantes de Aí fueron condenados al anatema. 27 Entonces los israelitas tomaron posesión del ganado y del botín de la ciudad como Yavé se lo había ordenado a Josué.
28 Josué quemó Aí y la convirtió en un montón de ruinas para siempre, como se la ve todavía hoy. 29 Hizo colgar de un árbol al rey de Aí y allí lo dejó hasta la tarde. A la caída del sol Josué mandó que bajaran el cadáver del árbol; lo pusieron a la entrada de la ciudad y echaron encima un gran montón de piedras que se ven todavía hoy.
Josué renueva la Alianza en Siquem
30 Josué levantó entonces en el monte Ebal un altar en honor a Yavé, el Dios de Israel. 31 Era un altar de piedras naturales que no habían sido talladas por el hierro, como Moisés, el servidor de Yavé, lo había ordenado a los israelitas, y como está escrito en el Libro de la Ley de Moisés. Se dispusieron holocaustos en el altar en honor de Yavé y se ofrecieron sacrificios de comunión. 32 Josué escribió allí en unas piedras una copia de la Ley que Moisés había escrito en presencia de los israelitas.
33 Todo Israel, con sus ancianos, sus escribas y sus jueces, estaba allí formado a los dos lados del Arca, mirando a los sacerdotes levitas que llevaban el Arca de la Alianza de Yavé. El extranjero se mezclaba allí con el hombre de ese país. La mitad estaba al lado del monte Garizim y la otra mitad al lado del monte Ebal, según la orden que Moisés, el servidor de Yavé, había dado antes para la bendición del pueblo de Israel.
34 Josué leyó todas las palabras de la Ley, la bendición y la maldición, como está escrito en el Libro de la Ley. 35 Josué leyó las instrucciones de Moisés, sin exceptuar nada, en presencia de la comunidad de Israel, en presencia de las mujeres, de los niños y de los extranjeros que vivían con ellos.



Salmo 107
Tercera mirada a la historia de Israel.

—Como los dos anteriores, este salmo recuerda el pasado. De él saca otra enseñanza: cada vez que clamaron al Señor, él los escuchó. «Que den gracias por su amor hacia los hijos de los hombres.»
1 ¡Den gracias al Señor porque él es bueno, porque es eterna su misericordia!
2 Que lo digan los que el Señor rescató, que rescató de manos del adversario, 3 que reunió de todos los países del oriente y poniente, del norte y del sur.
4 Erraban por el desierto, por la estepa, sin hallar el camino de una ciudad poblada.
5 Tenían hambre, pero más tenían sed, su alma en ellos ya desfallecía.
6 Pero al Señor clamaron en su angustia y él los libró de su aflicción, 7 los encaminó por una ruta recta para que llegaran a una ciudad poblada.
8 Den gracias al Señor por su bondad, sus maravillas con los hijos de los hombres.
9 Dio de beber a la garganta seca y a los hambrientos los colmó de bienes.
10 Habitaban en la sombra y en tinieblas, atenazados por la miseria y los hierros, 11 por no haber escuchado las palabras de Dios y despreciado los consejos del Altísimo.
12 En la pena él sumió su corazón, sucumbían y nadie los socorría.
13 En su angustia clamaron al Señor y él los liberó de su aflicción, 14 los sacó de la sombra, de las tinieblas y rompió sus cadenas.
15 ¡Den gracias al Señor por su bondad, sus maravillas con los hijos de los hombres!
16 Pues él rompió las puertas de bronce y destrozó los cerrojos de fierro.
17 Vueltos locos en su mal camino, y desdichados a causa de sus faltas, 18 sentían asco de cualquier alimento y estaban a las puertas de la muerte.
19 Pero en su angustia clamaron al Señor y él los liberó de su aflicción.
20 Les envió su palabra, los sanó y salvó sus vidas de la tumba.
21 ¡Den gracias al Señor por su bondad, sus maravillas con los hijos de los hombres!
22 Ofrezcan sacrificios de acción de gracias, cuenten sus obras con cánticos de júbilo.
23 Los que bajan al mar en sus navíos y negocian entre las grandes aguas, 24 estos han visto las obras del Señor, sus maravillas en las profundidades.
25 A su orden surgió un viento huracanado, que levantaba las olas; 26 subían a los cielos, bajaban a los abismos, su alma se consumía en el mareo; 27 por el vértigo, titubeaban como un ebrio, toda su pericia había sido tragada.
28 Pero al Señor clamaron en su angustia y él los hizo salir de su aflicción.
29 Hizo que amainara la tormenta y las olas del mar enmudecieron.
30 Se alegraron al ver calmado todo, y los llevó al puerto deseado.
31 ¡Den gracias al Señor por su bondad, sus maravillas con los hijos de los hombres!
32 Que lo exalten en la asamblea del pueblo y lo alaben en el consejo de ancianos.
33 El convierte los ríos en desierto y en tierra seca las vertientes de agua; 34 la tierra fértil se cubre de sal debido a la maldad de sus habitantes.
35 Pero cambia el desierto en capa de agua y la tierra árida en fuente de agua; 36 allí hace que habiten los hambrientos y funden una ciudad habitable.
37 Siembran sus campos y plantan viñedos, recolectan sus frutos.
38 Los bendice, se multiplican mucho, y su ganado no se les reduce.
39 Luego disminuyeron y se vieron abatidos bajo el peso de males y desgracias, 40 pero él, que derrama el desprecio sobre los grandes y los hace errar en un desierto sin caminos, 41 levanta al pobre de su miseria y multiplica las familias como el rebaño.
42 Los hombres rectos véanlo y alégrense, pero todo lo que es vil cierre la boca.
43 ¡El que sea sabio, que medite estas cosas y reconozca las bondades del Señor!



2 Tesalonicenses 1
1 Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los tesalonicenses, congregada en Dios nuestro Padre y en Cristo Jesús, el Señor:
2 Reciban gracia y paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, el Señor.
3 Debemos dar gracias a Dios en todo tiempo por ustedes, hermanos. Es justo hacerlo, ya que siguen progresando en la fe y crece el amor de cada uno a los hermanos. 4 Nosotros mismos hablamos de ustedes con orgullo en las Iglesias de Dios porque se mantienen firmes y guardan su fe en medio de todas las persecuciones y pruebas que deben soportar. 5 Estas han de ser para ustedes una muestra del justo juicio de Dios, pues deben mostrarse dignos de ese Reino de Dios por el cual ahora padecen.
El juicio y la venida
6 Pero también es justo que Dios devuelva sufrimientos a los perseguidores 7 y que a ustedes, los perseguidos, les dé el descanso con nosotros el día en que el Señor Jesús se manifieste glorioso y venga del cielo rodeado de su corte de ángeles. 8 Entonces la llama ardiente castigará a los que no reconocen a Dios y no obedecen al Evangelio de Jesús, nuestro Señor.
9 Serán condenados a la perdición eterna, lejos del rostro del Señor y de su Gloria irresistible. 10 Vendrá aquel día para ser glorificado en sus santos y para que todos admiren su obra en los que creyeron, entre los que están ustedes, que acogieron nuestro testimonio.
11 Estos son nuestros pensamientos en todo momento mientras rogamos por ustedes: que nuestro Dios los haga dignos de su llamada y que, por su poder, lleve a efecto sus buenos propósitos, haciendo que su fe sea activa y eficiente. 12 De ese modo el nombre de Jesús, nuestro Señor, será glorificado a través de ustedes y ustedes lo serán en él, por gracia de nuestro Dios y de Cristo Jesús, el Señor.