DIA 105 Josué 4--6 Salmo 106 1 Tesalonicenses 5




Josué 4
1 Cuando toda la nación terminó de atravesar, Yavé dijo a Josué: 2 «Elijan entre ustedes a doce hombres, uno por tribu. 3 Les dirán que tomen doce piedras de en medio del Jordán y las lleven al lugar donde pasarán la noche; allí las depositarán».
4 Josué reunió a los doce hombres que habían escogido entre los israelitas, uno por cada tribu, 5 y les dijo: «Vayan al medio del Jordán y échese cada uno una piedra sobre su hombro, según el número de las tribus de Israel. 6 Serán para ustedes una señal, cuando mañana sus hijos les pregunten: ¿Qué significan para ustedes esas piedras? 7 Entonces les responderán: Las aguas del Jordán se separaron ante el Arca de la Alianza de Yavé cuando ésta atravesó el Jordán. Esas piedras serán para siempre un recuerdo para los israelitas».
8 Los israelitas hicieron pues como Josué les había ordenado. Tomaron doce piedras del cauce del Jordán, como Yavé se lo había dicho a Josué, según el número de las tribus de Israel y las transportaron para depositarlas en el lugar donde se detendrían.
9 Josué hizo que se erigieran doce piedras en el lecho del Jordán, en el lugar donde se detuvieron los pies de los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza, y están allí todavía.
10 Los sacerdotes que llevaban el Arca, estuvieron detenidos en medio del Jordán hasta que hubo dicho al pueblo todo lo que Yavé había ordenado. Luego, todo el pueblo se apresuró en atravesar. 11 Cuando todo el pueblo hubo atravesado, el Arca de Yavé pasó y los sacerdotes se colocaron de nuevo a la cabeza del pueblo.
12 Conforme a lo que Moisés había mandado, la tribu de Rubén, la de Gad y la media tribu de Manasés se pusieron armados al frente de los israelitas. 13 Eran más o menos cuarenta mil hombres que formaban la vanguardia de Yavé y que avanzaban hacia las llanuras de Jericó.
14 Ese día Yavé engrandeció a Josué a los ojos de todo Israel y se le temió como se había temido a Moisés durante toda su vida.
15 Yavé dijo a Josué: 16 «Ordena a los sacerdotes que llevan el Arca del Testimonio que salgan del Jordán». 17 Josué ordenó pues a los sacerdotes: «¡Salgan del Jordán!» 18 Pues bien, cuando los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza de Yavé salieron del Jordán y cuando tocaron sus pies tierra firme, las aguas del Jordán volvieron a su lugar y desbordaron por ambas orillas como en los días anteriores.
19 Era el diez del primer mes; el pueblo subió del Jordán e instaló su campamento en Guilgal, al oriente de Jericó. 20 Josué ordenó que se erigieran en Guilgal las doce piedras que se habían tomado en el Jordán. 21 Luego dijo a los israelitas: «Cuando mañana sus hijos les pregunten qué hacen estas piedras aquí, 22 ustedes les responderán: Esto es porque Israel atravesó el Jordán en seco. 23 Yavé dejó en seco el lecho del Jordán ante nosotros cuando lo atravesamos, lo mismo que dejó en seco el mar de los Juncos para que lo atravesemos. 24 ¡Sepan, pues, todos los pueblos de la tierra, cuán poderosa es la mano de Yavé, y teman siempre a Yavé nuestro Dios!»



Josué 5
La entrada en la Tierra Prometida: la circuncisión y la Pascua

1 Todos los amoreos que se encontraban al oeste del Jordán, así como los cananeos que estaban cerca del mar se enteraron que Yavé había dejado en seco el lecho del Jordán ante los israelitas, hasta que hubiéramos pasado. Perdieron entonces la valentía y les entró el pánico al acercarse los israelitas.
2 En ese tiempo, Yavé dijo a Josué: «Hazte unos cuchillos de silex para circuncidar de nuevo a los israelitas». 3 Josué hizo unos cuchillos de silex y circuncidó a los israelitas en la Colina de los Prepucios.
4 Josué ordenó esta circuncisión porque todo el pueblo que había salido de Egipto, todos los hombres adultos, ha bían muerto en el desierto a lo largo del camino, después de su salida de Egipto. 5 Todo el pueblo de la salida había sido circuncidado pero todos los nacidos en el desierto durante el trayecto, después de la salida de Egipto, no estaban circuncidados.
6 Los israelitas habían caminado cuarenta años por el desierto hasta que desaparecieron los adultos que habían salido de Egipto, toda esa generación que no había escuchado la voz de Yavé. Yavé se lo había jurado: «Ustedes no verán el territorio que prometí darles a sus padres, tierra donde destila la leche y la miel». 7 Pero en su lugar habían nacido sus hijos y éstos estaban sin circuncidarse, porque no se les había circuncidado durante el trayecto. Josué los circuncidó.
8 Cuando se terminó la circuncisión de todo el pueblo, se quedaron acampados en ese lugar hasta la curación. 9 Yavé dijo entonces a Josué: «Hoy he lanzado lejos de ustedes la vergüenza de Egipto». Por eso dieron a ese lugar el nombre que tiene todavía: Guilgal.
10 Los israelitas acamparon en Guilgal y la tarde del décimo cuarto día del mes celebraron la Pascua en las llanuras de Jericó. 11 Al día siguiente de la Pascua, comieron de los frutos del país, panes sin levadura y grano tostado. 12 El maná dejó de caer el día antes, en vista de que ya se alimentaban de los frutos del país. Los israelitas no tuvieron más maná; a partir de ese año se alimentaron de los frutos del país de Canaán.
13 Estando Josué cerca de Jericó, levantó la vista y vio a un hombre de pie delante de él, con una espada desenvainada en la mano. Josué fue donde él y le dijo: «¿Estás en favor nuestro o de nuestros enemigos?» 14 Respondió: «Soy el jefe del ejército de Yavé, y acabo de llegar». Entonces Josué cayó con el rostro en tierra y se postró. Luego le dijo: «¿Qué dice mi Señor a su servidor?» 15 El jefe del ejército de Yavé respondió a Josué: «Quítate la sandalia de tu pie, porque el lugar donde estás es un lugar santo». Así lo hizo Josué.



Josué 6
La toma de Jericó

1 La ciudad de Jericó estaba cerrada por miedo a los israelitas; la habían cerrado y nadie salía ni entraba. 2 Yavé dijo a Josué: «¡Mira! Pongo a Jericó en tus manos con su rey y sus mejores soldados. 3 Ustedes los hombres de guerra van a dar una vuelta completa a la ciudad y harán lo mismo cada día durante seis días. 4 Siete sacerdotes llevarán las siete trompetas de los jubileos delante del Arca. El séptimo día darán siete vueltas a la ciudad, luego los sacerdotes tocarán la trompeta. 5 Cuando el sonido del cuerno de carnero se prolongue, todo el mundo lanzará el grito de guerra. Entonces se derrumbará la muralla de la ciudad y todo el pueblo se lanzará al asalto, cada uno por el lugar que tenga al frente».
6 Josué, hijo de Nun, reunió pues a los sacerdotes y les dijo: «Llevarán el Arca de la Alianza, y siete sacerdotes llevarán las siete trompetas de los jubileos delante del Arca de Yavé». 7 Luego volviéndose al pueblo, le dijo: «Pasen y den una vuelta completa a la ciudad; los hombres armados irán delante de Yavé».
8 Cuando Josué hubo hablado al pueblo, los siete sacerdotes que llevaban las siete trompetas de los jubileos delante de Yavé, pasaron e hicieron sonar cada uno su trompeta; el Arca de la Alianza de Yavé iba detrás de ellos. 9 Los hombres armados iban delante de los sacerdotes que tocaban la trompeta, y la retaguardia caminaba detrás del Arca. Se avanzaba al son de trompetas. 10 Josué había dado al pueblo esta orden: «¡No lancen el grito de guerra! Que no se les oiga hasta cuando les diga: ¡Griten! Entonces lanzarán el grito de guerra».
11 El Arca de la Alianza caminó alrededor de la ciudad. Dio una vuelta completa alrededor de ella y luego regresaron al campamento donde pasaron la noche. 12 Josué se levantó muy temprano y los sacerdotes tomaron el Arca de Yavé. 13 Los siete sacerdotes que llevaban las siete trompetas delante del Arca de Yavé se pusieron en camino y tocaron la trompeta. Los hombres armados iban delante de ellos y la retaguardia seguía al Arca de Yavé. Se avanzaba al son de trompetas.
14 El segundo día se dio de nuevo una vuelta entera a la ciudad y luego regresaron al campamento y así se hizo durante seis días. 15 El séptimo día, cuando despuntaba el alba, se dieron siete vueltas alrededor de la ciudad. 16 A la séptima vez, cuando los sacerdotes tocaban la trompeta, Josué dijo al pueblo: «¡Lancen el grito de guerra! ¡Yavé les entrega la ciudad!
17 La ciudad con todo lo que hay en ella será condenada al anatema, en honor de Yavé. Sólo se salvará Rahab la prostituta con todos los que estén con ella en su casa. 18 En cuanto a ustedes, cuídense de tomar lo que ha sido condenado al anatema, no sea que ustedes mismos se vuelvan anatema y atraigan la desgracia sobre el campamento de Israel. 19 Toda la plata y todo el oro, todos los objetos de bronce y de hierro serán consagrados a Yavé e ingresarán al tesoro de Yavé».
20 El pueblo lanzó entonces el grito de guerra y resonó la trompeta. Apenas oyó el pueblo el sonido de la trompeta, lanzó el gran grito de guerra y la muralla se derrumbó. El pueblo entró en la ciudad, cada uno por el lugar que tenía al frente y se apoderaron de la ciudad. 21 Siguiendo el anatema, se masacró a todo lo que vivía en la ciudad: hombres y mujeres, niños y viejos, incluso a los bueyes, corderos y burros.
22 Josué dijo a los dos hombres que habían espiado el país: «Entren en la casa de la prostituta y saquen a esa mujer con todo lo que le pertenece, como se lo juraron».
23 Los jóvenes que habían sido enviado en reconocimiento entraron y sacaron a Rahab, a su padre, su madre y sus hermanos, con todas sus pertenencias. Instalaron a toda la familia fuera del campamento de Israel. 24 Luego prendieron fuego a la ciudad y a todo lo que había en ella. Pero depositaron en el tesoro de la Casa de Yavé la plata, el oro como también los objetos de bronce o de hierro. 25 Josué dejó con vida a Rahab la prostituta y a la familia de su padre con todo lo que le pertenecía. Esta ha vivido en Israel hasta el día de hoy, porque ocultó a los espías que Josué había enviado para que exploraran Jericó.
26 En ese momento Josué hizo este juramente: «Maldiga Yavé al que quiera reconstruir esta ciudad. Pondrá sus cimientos a costa de su hijo mayor, instalará las puertas a costa de su hijo menor».
27 Yavé estaba con Josué y su fama se extendió por todo el país.


Salmo 106
Otra mirada a la historia de Israel.

—Como el 78, este salmo contrapone la misericordia de Dios y las rebeldías de Israel. Dios castiga, pero siempre vuelve a dar su gracia.
1 ¡Aleluya! Den gracias al Señor porque él es bueno, porque su amor perdura para siempre.
2 ¿Quién contará las hazañas del Señor y hará que oigamos toda su alabanza?
3 ¡Felices los que respetan el derecho y practican la justicia en todo tiempo!
4 Acuérdate de mí, Señor, tú que amas a tu pueblo, que tu visita traiga tu salvación.
5 ¡Que veamos la dicha de tus elegidos, nos alegremos con el gozo de tu pueblo y nuestro orgullo sea el de tu familia!
6 Junto con nuestros padres hemos pecado, cometimos una falta, somos culpables.
7 Nuestros padres en Egipto no entendieron nada de tus milagros, se olvidaron de tus favores sin cuento, se rebelaron contra el Altísimo junto al Mar Rojo.
8 Pero en virtud de su nombre los salvó, para que su valentía fuera conocida.
9 Increpó al Mar Rojo y se secó, los condujo por el fondo como en el desierto.
10 Los salvó de las manos del que los odiaba y los libró de las manos del enemigo.
11 Las aguas cubrieron a sus adversarios, ni uno solo de entre ellos escapó.
12 Entonces creyeron en sus palabras y cantaron su alabanza.
13 Pero pronto se olvidaron de sus obras y no contaron con su providencia.
14 Se despertó su gula en el desierto y en la estepa pusieron a Dios a prueba.
15 El les concedió lo que pedían, se lo dio hasta que tuvieran asco.
16 Envidiaron a Moisés, en el campamento, y a Aarón, el santo del Señor.
17 Se abrió la tierra y se tragó a Datán, se cerró sobre la banda de Abirón.
18 Un fuego se encendió contra su grupo, una llama devoró a esos malvados.
19 Luego, en Horeb se hicieron un ternero y se postraron ante un metal fundido, 20 cambiaron su Gloria por la imagen de un buey que come pasto.
21 ¡Se olvidaron de Dios que los había salvado, del que hizo grandes cosas en Egipto, 22 milagros en el país de Cam, y un prodigio asombroso en el Mar Rojo!
23 Entonces habló de exterminarlos, a no ser porque su elegido Moisés se puso en la brecha frente a El para impedir que su ira los destruyera.
24 Despreciaron una tierra de delicias, no creyeron en su palabra; 25 se quedaron en sus tiendas criticando en vez de escuchar la voz del Señor.
26 Alzó su mano sobre ellos y juró que los haría caer en el desierto, 27 dispersaría su raza entre los paganos y los esparcería entre los países.
28 Se sometieron a Baal-Peor, comieron de los sacrificios a los muertos; 29 tanto lo irritaron con esas prácticas que una plaga se des ató contra ellos.
30 Entonces surgió Finjás e intervino y el flagelo se detuvo.
31 Ese fue su mérito, se lo reconoce por generaciones, para siempre.
32 Lo irritaron en las aguas de Meribá, por su culpa le fue mal a Moisés, 33 pues agriaron su espíritu y sus labios hablaron lo indebido.
34 No acabaron con los pueblos que el Señor les había ordenado; 35 se mezclaron con los paganos y aprendieron sus modos de comportarse.
36 Sirvieron a los ídolos, que fueron una trampa para ellos; 37 sacrificaron sus hijos y sus hijas a los demonios
38 Derramaron la sangre inocente, la sangre de sus hijos y de sus hijas, sacrificados a los ídolos de Canaán, y el país quedó manchado de sangre.
39 Se mancharon con esas acciones, se prostituyeron con tales prácticas.
40 La cólera del Señor se encendió contra su pueblo y tuvo horror de su propia gente.
41 Los entregó en manos de los paganos y los que los odiaban los dominaron.
42 Los oprimieron sus enemigos, a su yugo debieron doblegarse.
43 ¡Cuántas veces no los liberó! Pero ellos, rebeldes a sus consejos, se sumían en su culpa.
44 Mas apenas los veía en la miseria y escuchaba sus clamores, 45 se acordaba de su alianza con ellos y se compadecía según su gran amor.
46 Así hizo que de ellos se apiadaran todos los que los habían capturado.
47 Oh Señor y Dios nuestro, sálvanos, júntanos de entre las naciones, para que demos gracias a tu santo nombre y sea nuestra gloria tu alabanza.
48 ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, desde siempre y para siempre!
48 Que todo el pueblo diga: ¡Amén, Aleluya!



1 Tesalonicenses 5
Ustedes son hijos de la luz

1 ¿Cuándo sucederá eso? ¿Cómo será? Sobre esto, hermanos, no necesitan que se les hable, 2 pues saben perfectamente que el día del Señor llega como un ladrón en plena noche. 3 Cuando todos se sientan en paz y seguridad, les caerá de repente la catástrofe encima, lo mismo que llegan los dolores de parto a la mujer em barazada, y nadie podrá escapar.
4 Pero ustedes, hermanos, no andan en tinieblas, de modo que ese día no los sorprenderá como hace el ladrón. 5 Todos ustedes son hijos de la luz e hijos del día: no somos de la noche ni de las tinieblas. 6 Entonces no durmamos como los demás, sino permanezcamos sobrios y despiertos. 7 Los que duermen, duermen de noche, y los que se emborrachan, se emborrachan en la noche. 8 Nosotros, en cambio, por ser del día, permanezcamos despiertos; revistámonos de la fe y del amor como de una coraza, y sea nuestro casco la esperanza de la salvación.
9 Pues Dios no nos ha destinado a la condenación, sino a que hagamos nuestra la salvación por Cristo Jesús, nuestro Señor. 10 El murió por nosotros, para que, despiertos o dormidos, vivamos con él. 11 Por eso anímense mutuamente y edifíquense juntos, como ya lo están haciendo.
12 Hermanos, les rogamos que se muestren agradecidos con los que trabajan para ustedes, los dirigen en el Señor y los corrigen. 13 Ténganles mucho aprecio y cariño por lo que hacen. Y vivan en paz entre ustedes.
14 Les rogamos también, hermanos, que reprendan a los indisciplinados, animen a los indecisos, sostengan a los débiles y tengan paciencia con todos. 15 Cuiden que nadie devuelva a otro mal por mal, sino constantemente procuren el bien entre ustedes y con los demás.
16 Estén siempre alegres, 17 oren sin cesar 18 y den gracias a Dios en toda ocasión; ésta es, por voluntad de Dios, su vocación de cristianos.
19 No apaguen el Espíritu, 20 no desprecien lo que dicen los profetas. 21 Examínenlo todo y quédense con lo bueno. 22 Eviten toda clase de mal, dondequiera lo encuentren.
23 Que el Dios de la paz los haga santos en toda su persona. Que se digne guardarlos sin reproche en su espíritu, su alma y su cuerpo hasta la venida de Cristo Jesús, nuestro Señor. 24 El que los llamó es fiel y así lo hará.
25 Hermanos, rueguen también por nosotros. 26 Saluden a todos los hermanos con el beso santo. 27 Les ordeno, en nombre del Señor, que se lea esta carta a todos los hermanos.
28 Que la gracia de Cristo Jesús, nuestro Señor, sea con ustedes.