DIA 67-Levítico 26--27 Salmo 69 Hechos 8,1-24


Levítico 26
1 No se hagan ídolos, ni levanten estatuas o monumentos, ni coloquen en su tierra piedras grabadas para postrarse ante ellas, porque yo soy Yavé, el Dios de ustedes. 2 Ustedes guardarán mis sábados y respetarán mi santuario: ¡Yo soy Yavé!
Promesas de Dios:
3 Si caminan según mis tradiciones y guardan mis normas poniéndolas en práctica, 4 les enviaré las lluvias a su tiempo para que la tierra dé sus productos y los árboles del campo sus frutos. 5 El tiempo de trilla alcanzará hasta la vendimia y la vendimia durará hasta la siembra; comerán su pan hasta saciarse y vivirán seguros en su tierra.
6 Yo estableceré la paz en su país y dormirán sin que nadie los moleste; haré desaparecer del país los animales feroces, y la espada no pasará por su tierra. 7 Perseguirán a sus enemigos, que caerán ante ustedes a filo de espada. 8 Cinco de ustedes perseguirán a cien de ellos, y cien de ustedes a diez mil de ellos: los enemigos caerán ante ustedes a filo de espada.
9 Yo me inclinaré hacia ustedes y mi alianza con ustedes cobrará pleno vigor; tendrán familias numerosas y llegarán a ser un gran pueblo; 10 todavía no habrán terminado de comer la cosecha añeja cuando tendrán que tirarla para dar cabida a la nueva.
11 Tendré mi Morada entre ustedes y ya no los miraré mal. 12 Me pasearé en medio de ustedes y seré Dios de ustedes mientras ustedes serán mi pueblo. 13 Pues yo soy Yavé, Dios de ustedes, que los saqué del país de Egipto para que no fueran más esclavos de ellos, y rompí el bastón de sus vigilantes para que salieran ustedes con la frente en alto.
Maldiciones
14 Pero si no me escuchan, si no cumplen todo eso; 15 si desprecian mis normas y rechazan mis leyes; si no hacen caso de todos mis mandamientos y rompen mi alianza, 16 entonces miren lo que haré yo con ustedes.
16 Mandaré sobre ustedes el terror, la peste y la fiebre; sus ojos se debilitarán y su salud irá en desmedro. Ustedes sem brarán en vano la semilla, pues se la come rán los enemigos. 17 Me volveré contra ustedes y serán derrotados ante el enemigo; ustedes no resistirán a sus adver sarios y huirán sin que nadie los per siga.
18 Si ni aun así me obedecen, les devolveré siete veces más por sus pecados. 19 Quebrantaré su orgullosa fuerza; haré que el cielo sea de hierro para ustedes y la tierra de bronce. 20 Sus esfuerzos se perderán, su tierra no dará sus productos ni los árboles darán sus frutos. 21 Y si siguen enfrentándose conmigo en vez de escucharme, les devolveré siete veces más por sus pecados. 22 Soltaré contra ustedes la fiera salvaje, que les devorará sus hijos, exterminará los ganados y los reducirá a unos pocos, de modo que nadie ya ande por los caminos de su país.
23 Si aun con esto no cambian su actitud respecto a mí y siguen desafiándome, 24 también yo me enfrentaré con ustedes y les devolveré yo mismo siete veces más por sus pecados; 25 traeré sobre ustedes la espada vengadora de mi alianza. Se refugiarán entonces en sus ciudades, pero yo enviaré la peste en medio de ustedes y serán entregados en manos del enemigo. 26 Yo les quitaré el pan, hasta el punto que diez mujeres cocerán todo su pan en un solo horno, y se lo darán tan medido que no se podrán saciar.
27 Si con esto no me obedecen y siguen haciéndome la contra, 28 yo me enfrentaré con ustedes con ira y les devolveré siete veces más por sus pecados: 29 ¡ustedes llegarán a comer la carne de sus hijos e hijas! 30 Destruiré sus santuarios altos, demoleré sus monumentos, amontonaré sus cadáveres sobre los cadáveres de sus sucios ídolos y les tendré asco. 31 Reduciré a escombros sus ciudades y devastaré sus santuarios, no me agradará más el perfume de sus sacrificios. 32 Yo devastaré la tierra de tal modo que sus mismos enemigos quedarán admirados y asombrados cuando vengan a ocuparla. 33 A ustedes los desparramaré entre las ciudades y naciones; y los perseguiré con la espada. Sus tierras serán arruinadas y quedarán desiertas sus ciudades.
34 Entonces la tierra gozará de sus descansos sabáticos durante todo el tiempo que sea arruinada, mientras estén ustedes en tierra de enemigos. La tierra descansará y gozará sus sábados; 35 y mientras esté abandonada, descansará por lo que no pudo descansar en sus sábados, cuando ustedes habitaban en ella.
36 A los que queden de ustedes les infundiré pánico en sus corazones en el país de sus enemigos; el ruido de una hoja que cae los hará huir como quien huye de la espada y caerán sin que nadie los persiga. 37 Se atropellarán unos a otros como delante de la espada, aunque nadie los persiga. No se podrán tener en pie ante el enemigo.
38 Perecerán en tierra de paganos y desaparecerán en el país de sus enemigos. 39 Los que de ustedes sobrevivan se pudrirán en país enemigo por causa de su maldad y por las maldades de sus padres unidas que se les pegaron. 40 Entonces confesarán su maldad y la de sus padres; reconocerán que me han traicionado y se han enfrentado conmigo, 41 y que yo también me enfrenté con ellos y los desterré al país de sus enemigos. ¡Ojalá que se humillen los corazones incircuncisos y acepten el castigo de su maldad!
42 Yo, entonces, me acordaré de mi alianza con Jacob y de mi alianza con Isaac y de mi alianza con Abraham. 42 Yo me acordaré y recordaré su país.
43 Así, pues, la tierra será abandonada por ellos para que goce sus descansos sabáticos mientras quede desolada y ellos estén lejos; ellos también pagarán su maldad, porque desecharon mis mandamientos y se cansaron de mis preceptos. 44 A pesar de todo, no los despreciaré cuando estén en tierra enemiga; no los aborreceré hasta su total exterminio ni anularé mi alianza con ellos, porque yo soy Yavé, su Dios. 45 Me acordaré en su favor de la alianza hecha con sus padres a quienes saqué de la tierra de Egipto ante los ojos de las naciones, para ser su Dios: ¡Yo soy Yavé!»
46 Estas son las normas, leyes e instrucciones que Yavé estableció entre El y los hijos de Israel en el monte Sinaí, por medio de Moisés.



Levítico 27
Algo referente a los votos

1 Yavé dijo a Moisés: 2 «Habla a los hijos de Israel y diles: Esta es la manera de valorar las personas que han sido consagradas a Yavé por voto.
3 Para un hombre de veinte a sesenta años, el valor será de cincuenta siclos de plata, según el siclo del santuario. 4 El valor de una mujer será de treinta siclos. 5 De los cinco a los veinte años, el valor será: para el varón veinte siclos, para la mujer diez siclos. 6 De un mes hasta los cinco años: para un niño cinco siclos de plata, para una niña tres siclos. 7 De los sesenta años en adelante, el valor será: para un hombre quince siclos; para una mujer diez siclos.
8 Si uno es tan pobre que no puede pagar este precio, lo presentarán al sacerdote, el cual le pondrá precio; el sacerdote lo evaluará según los recursos del que hizo el voto.
9 Si has ofrecido un animal a Yavé, le ha sido regalado y es cosa consagrada: 10 no se le cambiará. No se reemplazará bueno por malo o malo por bueno. Si se reemplaza uno por otro, uno y otro serán cosa sagrada. 11 Si el animal es impuro y no se puede hacer ofrenda de él a Yavé, se presentará el animal al sacerdote. 12 El sacerdote le pondrá precio según a él le parece bueno o malo, y según lo que el sacerdote diga, así se hará. 13 Y si lo quieren rescatar, añadirán un quinto de la valoración.
14 Si uno consagra su casa como cosa santa a Yavé, el sacerdote le pondrá precio. Según lo que él diga, así será. 15 Si el que la ha consagrado la quiere rescatar, añadirá una quinta parte del precio fijado y será suya.
16 Si uno consagra a Yavé un campo de su propiedad, su valor se medirá según la cantidad de semilla que se le echa, a razón de cincuenta siclos de plata por cada carga de cebada de sembrado. 17 Si uno ha consagrado el campo durante el año de jubileo, se mantendrá íntegra la valoración. 18 Pero, si consagra su campo después del jubileo, el sacerdote calculará su precio a razón de los años que quedan hasta el jubileo, y la estimación será inferior. 19 Si el que consagró el campo lo quiere rescatar, añadirá la quinta parte al precio fijado y será suyo. 20 Si no rescata el campo y lo vende a otro, este campo no podrá ser rescatado en adelante, 21 y, cuando quede libre en el jubileo, será consagrado a Yavé tal como si fuera consagrado por maldición y será propiedad del sacerdote.
22 Si alguien consagra a Yavé un campo que compró y que no forma parte de su propiedad, 23 el sacerdote calculará el precio hasta el año del jubileo, y el otro pagará ese mismo día el valor indicado: este dinero es cosa consagrada a Yavé. 24 El año del jubileo, el campo volverá al que lo había vendido y al patrimonio del que era parte. 25 Toda tasación se hará con siclos del santuario: veinte óbolos por un siclo.
26 Nadie podrá consagrar los primogénitos de su ganado, porque éstos ya pertenecen a Yavé. Sean de ganado mayor o menor, pertenecen a Yavé. 27 Si se trata de un animal impuro, lo rescatarán según el precio que tú fijes y añadirán la quinta parte del precio: si no es rescatado será vendido según el precio.
28 En cambio, lo que uno consagre a Yavé por anatema, cualquier cosa que le pertenece, hombre, animal o campo de su herencia, no podrá venderse o rescatarse. Todo anatema es cosa muy sagrada para Yavé. 29 Por esto ningún ser humano consagrado como anatema será rescatado: será muerto.
30 El diezmo entero de la tierra, tanto de las semillas como de los frutos de los árboles, es de Yavé, es cosa sagrada para él; 31 si alguien quiere rescatar parte de su diezmo, añadirá la quinta parte de su valor.
32 El diezmo del ganado mayor o menor, de todo lo que pasa bajo el cayado, será consagrado a Yavé como diezmo. 33 No se distinguirá entre bueno o malo, ni se cambiará uno por otro, y si se hace un reemplazo, el animal sustituido y el que lo sustituye serán cosa sagrada y no podrán ser rescatados.»
34 Estos son los mandatos que Yavé dio a Moisés para los hijos de Israel en el monte Sinaí.



Salmo 69
Las aguas me llegan hasta el cuello.

—El servidor de Dios, poco menos que hundido en las aguas del sufrimiento y de la muerte, pide el socorro del Señor. Cristo se aplicó a sí mismo varias palabras de esta oración. El es el que, después de liberado de la muerte, será alegría para todos los que buscan a Dios.
2 Oh Dios, sálvame, que las aguas me llegan hasta el cuello.
3 Me estoy hundiendo en un cieno profundo, y no hay dónde apoyarme.
3 Me vi arrastrado a profundas aguas y las olas me cubren.
4 Me agoto de gritar, me arde la garganta, y mis ojos se cansan de esperar a mi Dios.
5 Más que los cabellos de mi cabeza son los que me odian sin motivo.
5 Son más fuertes que yo los que con calumnias me persiguen.
5 ¿Cómo devolveré lo que no he robado?
6 Tú sabes, oh Dios, si me he extraviado, pues no te están escondidos mis errores.
7 No avergüences por mí a los que en ti esperan, Señor, Dios Sabaot, ni humilles por causa mía a los que te buscan, oh Dios de Israel.
8 Por ti fue que soporté el insulto, y la vergüenza me cubrió la cara; 9 me volví como un extraño a mis hermanos, un desconocido para los hijos de mi madre.
10 El celo por tu casa me devora, los insultos de los que te insultan recaen sobre mí.
11 Si me aflijo con ayunos, eso me vale insultos; 12 si me visto de saco, ellos se burlan de mí.
13 Se ríen de mí los que se sientan en la plaza, y a los bebedores doy un tema de canción.
14 Pero a ti, oh Dios, sube mi oración, sea ése el día de tu favor.
14 Según tu gran bondad, oh Dios, respóndeme, sálvame tú que eres fiel.
15 Sácame del barro, que no me hunda; líbrame del vértigo del agua profunda.
16 Que las olas no me sumerjan, ni me trague el torbellino ni el pozo cierre sobre mí su boca.
17 Respóndeme, Señor, pues tu amor es bondad, vuélvete hacia mí por tu gran misericordia.
18 No escondas a tu siervo tu rostro, me siento angustiado, respóndeme pronto.
19 Ven, acércate a mí y rescátame, líbrame de tantos enemigos.
20 Tú conoces mi humillación, mis adversarios están todos a tu vista.
21 Tanta ofensa me ha partido el corazón, mi vergüenza y confusión son irremediables.
21 Esperé compasión, pero fue en vano, alguien que me consolara, y no lo hallé.
22 En mi comida me echaron veneno, y para la sed me dieron vinagre.
23 Que un traidor los invite a cenar, y se vuelva una trampa su banquete.
24 Que pierdan la vista y queden a ciegas, que siempre caminen encorvados.
25 Arroja sobre ellos tu furor, que los alcance el fuego de tu ira.
26 Que su propiedad quede devastada y sus carpas sin habitantes, 27 porque persiguieron al que tú heriste y aumentaron los dolores de tu víctima.
28 Impútales falta tras falta y que de ellas nunca se libren; 29 sean borrados del libro de los vivos, no sean inscritos en la lista de los justos.
30 ¡Pero a mí, humillado y afligido, que me levante, oh Dios, tu ayuda!
31 Celebraré con un canto el nombre de Dios, proclamaré sus grandezas, le daré gracias.
32 Esto le agradará al Señor más que una víctima, más que un ternero con cuernos y pezuñas.
33 Vean esto, los humildes, y regocíjense.
33 ¡Reanímense, los que buscan al Señor!
34 Pues el Señor escucha a los pobres, no desdeña a los suyos prisioneros.
35 Que lo aclamen los cielos y la tierra, los mares y cuanto bulle en su interior.
36 Pues Dios salvará a Sión y reconstruirá las ciudades de Judá: allí habrá de nuevo casas y propiedades.
37 Los hijos de sus siervos serán los herederos, y allí morarán los que aman su Nombre.



Hechos 8,1-24
1 Saulo estaba allí y aprobaba el asesinato. Este fue el comienzo de una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, excepto los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaría.
2 Unos hombres piadosos enterraron a Esteban e hicieron un gran duelo por él. 3 Saulo, por su parte, trataba de destruir a la Iglesia. Entraba casa por casa, hacía salir a hombres y mujeres y los metía en la cárcel.
Felipe anuncia la Palabra en Samaria
:B:4 Mientras tanto, los que se habían dispersado anunciaban la Palabra en los lugares por donde pasaban. 5 Así Felipe anunció a Cristo a los samaritanos en una de sus ciudades adonde había bajado. 6 Al escuchar a Felipe y ver los prodigios que realizaba, toda la población se interesó por su predicación. 7 Pues espíritus malos salían de los endemoniados dando gritos, y varios paralíticos y cojos quedaron sanos. 8 Hubo, pues, gran alegría en aquella ciudad.
El mago Simón
:B:9 Había llegado a la ciudad antes que Felipe un hombre llamado Simón. Tenía muy impresionada a la gente de Samaría con sus artes mágicas y se hacía pasar por un gran personaje. 10 Todos estaban pendientes de él, pequeños y grandes, y decían: «Este hombre es la fuerza de Dios”, pues se hablaba de una tal “gran fuerza de Dios”.» 11 Desde hacía tiempo los tenía alucinados con sus artes mágicas, y la gente lo seguía.
12 Pero cuando Felipe les habló del Reino de Dios y del poder salvador de Jesús, el Mesías, tanto los hombres como las mujeres creyeron y empezaron a bautizarse. 13 Incluso Simón creyó y se hizo bautizar. No se separaba de Felipe, y no salía de su asombro al ver las señales milagrosas y los prodigios que se realizaban.
14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén tuvieron noticia de que los samaritanos habían aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. 15 Bajaron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo, 16 ya que todavía no había descendido sobre ninguno de ellos y sólo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. 17 Pero entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo.
18 Al ver Simón que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se transmitía el Espíritu, les ofreció dinero, 19 diciendo: «Denme a mí también ese poder, de modo que a quien yo imponga las manos reciba el Espíritu Santo.»
20 Pedro le contestó: «¡Al infierno tú y tu dinero! ¿Cómo has pensado comprar el Don de Dios con dinero? 21 Tú no puedes esperar nada ni tomar parte en esto, porque tus pensamientos no son rectos ante Dios. 22 Arrepiéntete de esa maldad tuya y ruega al Señor que perdone tus intenciones, ojalá lo haga. 23 Por que en tus caminos solamente veo amargura y lazos de maldad.» 24 Simón respondió: «Rueguen ustedes al Señor por mí, para que no venga sobre mí nada de lo que han dicho.»