DIA 62-Levítico 17--18 Salmo 64 Hechos 5,1-16


Levítico 17
LEY DE LA SANTIDAD
1 Yavé dijo a Moisés: 2 «Habla a Aarón y a sus hijos y a todos los hijos de Israel y diles: Esta es la orden que ha dado Yavé:
3 Cualquier hombre del pueblo de Israel que sacrifique un ternero, una oveja o una cabra dentro del campamento o fuera del mismo, 4 y no lo lleve a la entrada de la Tienda de las Citas para presentarlo como ofrenda a Yavé ante su Morada, será considerado como reo de sangre. Y por haber derramado sangre, será borrado de su pueblo. 5 Los hijos de Israel no sacrificarán más sus víctimas en el campo, sino que las traerán al sacerdote, a la entrada de la Tienda de las Citas. Allí las ofrecerán a Yavé como sacrificios de comunión. 6 El sacerdote derramará la sangre sobre el altar de Yavé a la entrada de la Tienda de las Citas y quemará las grasas como calmante olor para Yavé. 7 De este modo ellos ya no seguirán ofreciendo sacrificios a esos chivos a los que servían y tras los cuales se prostituían.
7 Este será un decreto perpetuo para ellos, de generación en generación. 8 Y les dirás también: Si un israelita o uno de los forasteros que viven en medio de ustedes ofrece un holocausto u otro sacrificio, 9 y no lo lleva a la entrada de la Tienda de las Citas para ofrecerlo a Yavé, ése será borrado de entre los suyos.
No comerán sangre
10 Si un hombre de Israel o de los forasteros que viven en medio de ustedes come cualquier clase de sangre, aborreceré a esta persona que come sangre y la exterminaré. 11 Porque el alma de todo ser viviente está en su sangre, y yo les di la sangre para que la lleven al altar para el rescate de sus almas, pues esta sangre paga la deuda del alma. 12 Por eso he dicho a los hijos de Israel: “Ninguno de ustedes comerá sangre, ni tampoco el forastero que viva entre ustedes.”
13 Si un hombre de Israel, o alguno de los extranjeros que viven en medio de ustedes, caza un animal o ave que está permitido comer, derramará su sangre y la cubrirá con tierra. 14 Porque la sangre de todo ser viviente es su misma alma. Por eso mandé a los hijos de Israel: “No comerán la sangre de ningún animal, pues la sangre es su alma misma.” Quien la coma será eliminado.
15 Toda persona nacida en el país, o todo forastero que haya comido carne de animal muerto o destrozado deberá lavar sus vestidos y bañarse en agua, y quedará impuro hasta la tarde; después será puro. 16 Si no los lava ni se baña, cargará con su falta.»


Levítico 18
La «ley de la santidad»
1 Yavé dijo a Moisés: 2 «Habla a los hijos de Israel; les dirás: Yo soy Yavé, tu Dios. 3 No hagan lo que se hace en la tierra de Egipto, donde ustedes han vivido, ni hagan lo que se hace en la tierra de Canaán, hacia donde los llevo. Ustedes no seguirán sus tradiciones. 4 Son mis decisiones las que seguirán, y mis tradiciones las que guardarán, viviendo de acuerdo a ellas, pues Yo soy Yavé. 5 Guarden mis tradiciones y mis decisiones, pues el que las cumpla vivirá gracias a ellas: ¡Yo soy Yavé!
6 Ninguno de ustedes se acercará a una pariente directa para tener relaciones con ella: ¡Yo soy Yavé!
7 No tendrás relaciones con tu padre ni con tu madre. ¡Piensa que es tu madre!: no tendrás relaciones con ella.
8 No tendrás relaciones con la mujer de tu padre. ¡Respeta a tu padre! No tengas relaciones con ella.
9 No tendrás relaciones con tu hermana, hija de tu padre o de tu madre, nacida en casa o fuera de ella.
10 No tendrás relaciones con las hijas de tu hijo o de tu hija, pues son de tu misma sangre.
11 No tendrás relaciones con tu hermana, hija de tu padre aunque de otra madre. Respeta a tu hermana: no tendrás relaciones con ella.
12 No tendrás relaciones con la hermana de tu padre: respeta en ella a tu padre. 13 No tendrás relaciones con la hermana de tu madre: respeta en ella a tu madre. 14 Respeta al hermano de tu padre, y no tengas relaciones con su mujer, pues es tu tía.
15 No tendrás relaciones con la mu jer de tu hijo. Respeta a tu propio hijo y no tengas relaciones con ella.
16 No tendrás relaciones con la mujer de tu hermano: respeta a tu hermano.
17 No tendrás relaciones con una mujer y su hija, y tampoco tomarás a su nieta, porque son de la misma angre: sería una abominación.
18 Teniendo ya mujer, no tomarás a su hermana para ponerla celosa, teniendo relaciones con su hermana mientras viva ella.
19 No tendrás relaciones con una mujer durante el período de sus reglas.
20 No te acostarás con la mujer de tu prójimo, pues es una maldad.
21 No entregarás a tu hijo, quemándolo según el rito de Moloc, pues sería deshonrar el nombre de tu Dios. ¡Yo soy Yavé!
22 No te acostarás con un hombre como se hace con una mujer: esto es una cosa abominable.
23 No te acostarás con un animal: la mancha te quedaría. Tampoco la mujer se dejará cubrir por un animal: esto es una cosa abominable.
24 No se manchen haciendo estas cosas, pues así es como se han manchado las naciones que yo desalojé ante ustedes. 25 El país estaba manchado, por lo que yo intervine; y la tierra echó fuera a sus habitantes.
26 Ustedes guarden mis leyes y mis normas y no cometan ninguna de estas abominaciones ni tampoco los forasteros que vivan entre ustedes. 27 No cometan estos mismos pecados para que la tierra no los arroje fuera, 28 del mismo modo que vomitó a las naciones anteriores a ustedes que cometieron todos estos pecados. 29 Cualquiera que cometa estas abominaciones, todas esas personas serán eliminadas de su pueblo. 30 Observen, pues, mis normas, y no practiquen ninguna de las costumbres horribles que se practicaron antes de ustedes; no se manchen con ellas, pues Yo soy Yavé, Dios de ustedes.»


Salmo 64
Los calumniadores serán castigados.

2 Escucha, oh Dios, mi voz cuando me quejo; me amenaza el enemigo, guarda mi vida; 3 escóndeme del complot de los malvados y de las maniobras de los criminales.
4 Afilaron sus lenguas como espada, tienen sus flechas, palabras de amenaza, 5 que tiran a ocultas contra el inocente, las lanzan de improviso y sin miedo.
6 Se animan entre sí para hacer el mal, estudian cómo disimular la trampa y dicen: «¿Quién verá 7 o quién descubrirá nuestros secretos?»
7 Los sacará a la luz el que escudriña el fondo del hombre, lo profundo del ser.
8 Pero Dios les lanza sus flechas, y se ven heridos de repente.
9 Sus propias palabras los hicieron caer y los que los ven los miran sin piedad.
10 Cada cual entonces empieza a temer, dice en voz alta que es obra de Dios, y comprende su acción.
11 El justo se alegrará en el Señor y en él confiará; se congratularán todos los de recto corazón.


Hechos 5,1-16
El fraude de Ananías y Safira

1 Otro hombre llamado Ananías, de acuerdo con su esposa Safira, vendió también una propiedad, 2 pero se guardó una parte del dinero, siempre de acuerdo con su esposa; la otra parte la llevó y la entregó a los apóstoles.
3 Pedro le dijo: «Ananías, ¿por qué has dejado que Satanás se apoderara de tu corazón? Te has guardado una parte del dinero; ¿por qué intentas engañar al Espíritu Santo? 4 Podías guardar tu propiedad y, si la vendías, podías también quedarte con todo. ¿Por qué has hecho eso? No has mentido a los hombres, sino a Dios.»
5 Al oír Ananías estas palabras, se desplomó y murió. Un gran temor se apoderó de cuantos lo oyeron. 6 Se levantaron los jóvenes, envolvieron su cuerpo y lo llevaron a enterrar.
7 Unas tres horas más tarde llegó la esposa de Ananías, que no sabía nada de lo ocurrido. 8 Pedro le preguntó: «¿Es cierto que vendieron el campo en tal precio?» Ella respondió: «Sí, ése fue el precio.» 9 Y Pedro le replicó: «¿Se pusieron, entonces, de acuerdo para desafiar al Espíritu del Señor? Ya están a la puerta los que acaban de enterrar a tu marido y te van a llevar también a ti.»
10 Y al instante Safira se desplomó a sus pies y murió. Cuando entraron los jóvenes la hallaron muerta y la llevaron a enterrar junto a su marido. 11 A consecuencia de esto un gran temor se apoderó de toda la Iglesia y de todos cuantos oyeron hablar del hecho.
12 Por obra de los apóstoles se producían en el pueblo muchas señales milagrosas y prodigios. Los creyentes se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón, 13 y nadie de los otros se atrevía a unirse a ellos, pero el pueblo los tenía en gran estima. 14 Más aún, cantidad de hombres y mujeres llegaban a creer en el Señor, aumentando así su número. 15 La gente incluso sacaba a los enfermos a las calles y los colocaba en camas y camillas por donde iba a pasar Pedro, para que por lo menos su sombra cubriera a alguno de ellos. 16 Acudían multitudes de las ciudades vecinas a Jerusalén trayendo a sus enfermos y a personas atormentadas por espíritus malos, y todos eran sanados.