SANTA MISA EN LA IMAGEN
344 - DÍAS. SANTA BIBLIA
TEXTO Y AUDIO
El Antiguo Testamento
BARUC C. 1
BARUC
Capítulo 1
1 Texto del escrito que Baruc, hijo de Nerías, hijo de Maasías, hijo de Sedecías, hijo de Asadías, hijo de Jilquías, escribió en Babilonia,
2 en el año quinto, el séptimo día del mes, en la época en que los caldeos habían tomado Jerusalén y la habían incendiado.
3 Baruc leyó el texto de este escrito en presencia de Jeconías, hijo de Joaquím, rey de Judá, y de todo el pueblo que había venido para escuchar esta lectura;
4 en presencia de las autoridades y de los príncipes reales, de los ancianos y de todo el pueblo –desde el más pequeño hasta el más grande– de todos los que habitaban en Babilonia junto al río Sud.
5 Se derramaron lágrimas, se ayunó y se oró delante del Señor .
6 También se recogió dinero según las posibilidades de cada uno,
7 y se lo envió a Jerusalén, al sacerdote Joaquím, hijo de Jilquías, hijo de Salóm, y a los otros sacerdotes y a todo el pueblo que se encontraba con él en Jerusalén.
8 Baruc ya había recuperado, el décimo día del mes de Siván, los vasos de la Casa del Señor sacados del Templo, a fin de devolverlos a la tierra de Judá. Eran objetos de plata que había hecho Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá,
9 después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, deportó desde Jerusalén y llevó a Babilonia a Jeconías, a los príncipes, a los rehenes, a los nobles y a la gente del país.
10 Les escribieron lo siguiente: Aquí les enviamos dinero; compren con él víctimas para los holocaustos y los sacrificios por el pecado, y también incienso; hagan ofrendas y preséntenlas sobre el altar del Señor, nuestro Dios.
11 Rueguen por la vida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y por la de su hijo Baltasar, para que sus días sean sobre la tierra como los días del cielo.
12 Que el Señor nos dé fuerza e ilumine nuestros ojos, para que vivamos a la sombra de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y a la sombra de su hijo Baltasar, y lo sirvamos mucho tiempo, gozando de su favor.
13 Rueguen también por nosotros al Señor, nuestro Dios, porque hemos pecado contra él, y la ira del Señor y su indignación no se han alejado de nosotros hasta el día de hoy.
14 Lean este libro, que nosotros les enviamos para que se haga confesión de los pecados en la Casa del Señor, en el día de la Fiesta y en los días de la Asamblea.
15 Ustedes dirán: Al Señor, nuestro Dios, pertenece la justicia; a nosotros, en cambio, la vergüenza reflejada en el rostro, como sucede en el día de hoy; vergüenza para los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén,
16 para nuestros reyes y nuestros jefes, para nuestros sacerdotes, nuestros profetas y nuestros padres.
17 Porque hemos pecado contra el Señor,
18 le hemos sido infieles y no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, que nos mandaba seguir los preceptos que él puso delante de nosotros.
19 Desde el día en que el Señor hizo salir a nuestros padres del país de Egipto, hasta el día de hoy, hemos sido infieles al Señor, nuestro Dios, y no nos hemos preocupado por escuchar su voz.
20 Por eso han caído sobre nosotros tantas calamidades, así como también la maldición que el Señor profirió por medio de Moisés, tu servidor, el día en que hizo salir a nuestros padres del país de Egipto, para darnos una tierra que mana leche y miel. Esto es lo que nos sucede en el día de hoy.
21 Nosotros no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, conforme a todas las palabras de los profetas que él nos envió.
22 Cada uno se dejó llevar por los caprichos de su corazón perverso, sirviendo a otros dioses y haciendo el mal a los ojos del Señor, nuestro Dios.
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El Antiguo Testamento
BARUC C. 2
Capítulo 2
1 Por eso el Señor ha cumplido la amenaza que había pronunciado contra nosotros, contra los jueces que gobernaron a Israel, contra nuestros reyes, contra nuestros jefes y contra los hombres de Israel y de Judá.
2 Nunca se hizo bajo el cielo nada semejante a lo que él hizo en Jerusalén, conforme a lo que está escrito en la Ley de Moisés,
3 a tal punto que llegamos a comer, uno la carne de su hijo, y otro la carne de su hija.
4 El los entregó en manos de todos los reinos que nos rodean, para que cayeran en el oprobio y la desolación, entre todos los pueblos de los alrededores donde el Señor los dispersó.
5 Así quedaron sometidos, en lugar de prevalecer, porque nosotros hemos pecado contra el Señor, nuestro Dios, al no escuchar su voz.
6 Al Señor, nuestro Dios, pertenece la justicia; a nosotros, en cambio, y a nuestros padres la vergüenza reflejada en el rostro, como sucede en el día de hoy.
7 Todo lo que el Señor había anunciado contra nosotros, todas esas desgracias nos han sobrevenido.
8 Nosotros no hemos aplacado con nuestras súplicas el rostro del Señor, apartándonos cada uno de los pensamientos de su corazón perverso.
9 Por eso el Señor estuvo atento a estas calamidades y las descargó sobre nosotros, porque él es justo en todo lo que nos manda hacer.
10 Pero nosotros no hemos escuchado la voz del Señor, que nos mandaba seguir los preceptos que él puso delante de nosotros.
11 Y ahora, Señor, Dios de Israel, que hiciste salir a tu pueblo de la tierra de Egipto con mano fuerte, con signos y portentos, con gran poder y con el brazo en alto, haciéndote así un Nombre famoso hasta el día de hoy,
12 nosotros hemos pecado, nos hemos hecho impíos, hemos incurrido en la injusticia, Señor, Dios nuestro, desobedeciendo todas tus prescripciones.
13 Que tu furor se aparte de nosotros, porque hemos quedado muy pocos entre las naciones donde nos has dispersado.
14 Escucha, Señor, nuestra oración y nuestra súplica, y por tu honor, líbranos y concédenos el favor de aquellos que nos han deportado,
15 para que toda la tierra conozca que tú eres el Señor, nuestro Dios, porque tu Nombre ha sido invocado sobre Israel y sobre su raza.
16 Mira, Señor, desde tu santa morada y piensa en nosotros; inclina tu oído y escucha;
17 abre, Señor, tus ojos y mira; porque no son los muertos que están en el Abismo, aquellos cuyo espíritu ha sido arrancado de sus entrañas, los que tributan gloria y justicia al Señor ;
18 sino que es el alma llena de aflicción, y son los que caminan encorvados y sin fuerzas, los ojos debilitados y el alma hambrienta los que te tributan, Señor, gloria y justicia.
19 No es por las obras de justicia de nuestros padres y de nuestros reyes, que nosotros presentamos nuestra súplica delante de tu rostro, Señor, Dios nuestro.
20 Porque tú has enviado sobre nosotros tu furor y tu indignación, como lo habías anunciado por medio de tus servidores, los profetas, diciendo:
21 Así habla el Señor: Dobleguen sus espaldas y sirvan al rey de Babilonia, y permanecerán en la tierra que yo he dado a sus padres.
22 Pero si ustedes no escuchan la voz del Señor, sirviendo al rey de Babilonia,
23 yo haré cesar en las ciudades de Judá y dentro de Jerusalén el grito de gozo y el grito de alegría, el canto del esposo y el canto de la esposa, y todo el país se convertirá en un desierto sin habitantes.
24 Y nosotros no hemos escuchado tu voz, que nos mandaba servir al rey de Babilonia; por eso, tú has cumplido la amenaza que habías pronunciado por medio de tus servidores, los profetas, a saber, que serían sacados de su sitio los huesos de nuestros reyes y los huesos de nuestros padres.
25 Y ahora han sido arrojados al calor del día y al frío de la noche, después de haber muerto en medio de crueles sufrimientos, por el hambre, la espada y la peste.
26 Tú has reducido Esta Casa sobre la que había sido invocado tu Nombre, a lo que es en el día de hoy, a causa de la maldad de la casa de Israel y de la casa de Judá.
27 Sin embargo, tú nos has tratado, Señor, Dios nuestro, conforme a toda tu benignidad y a tu gran compasión,
28 como lo habías anunciado por medio de Moisés, tu servidor, el día en que le ordenaste escribir tu Ley en presencia de los israelitas, diciendo:
29 «Si ustedes no escuchan mi voz, esta grande, esta inmensa muchedumbre será reducida a un pequeño número entre las naciones adonde los dispersaré.
30 Yo sé, en efecto, que ellos no me escucharán, porque son un pueblo obstinado y rebelde, pero en la tierra de su exilio, volverán sobre sí mismos
31 y conocerán que yo soy el Señor, su Dios. Les daré un corazón y oídos dóciles,
32 y ellos me alabarán en la tierra de su exilio y se acordarán de mi Nombre.
33 Se arrepentirán de su obstinación y de sus malas acciones, porque se acordarán de la suerte de sus padres que pecaron contra el Señor .
34 Entonces los haré volver a la tierra que juré dar a sus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob, y se adueñarán de ella. Los multiplicaré y ya no disminuirán.
35 Estableceré para ellos una alianza eterna, para que yo sea su Dios y ellos sean mi Pueblo, y ya no arrojaré más a mi pueblo Israel de la tierra que les he dado».
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El Antiguo Testamento
BARUC C. 3
Capítulo 3
1 Señor todopoderoso, Dios de Israel, es un alma angustiada y un espíritu acongojado el que grita hacia ti.
2 Escucha, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
3 Tú permaneces para siempre, mientras que nosotros perecemos para siempre.
4 Señor todopoderoso, Dios de Israel, escucha la plegaria de los muertos de Israel, de los hijos de aquellos que han pecado contra ti y no han escuchado la voz del Señor, su Dios, por lo que han caído sobre nosotros estas calamidades.
5 No te acuerdes de las injusticias de nuestros padres, sino acuérdate en este momento de tu mano y de tu Nombre.
6 Porque tú eres el Señor, nuestro Dios, y nosotros te alabaremos, Señor .
7 Sí, tú has infundido tu temor en nuestro corazón, para que invocáramos tu Nombre, y nosotros te alabaremos en nuestro exilio, porque hemos arrojado de nuestro corazón toda la injusticia de nuestros padres que pecaron contra ti.
8 Aquí estamos hoy en la tierra de nuestro exilio donde tú nos has dispersado, soportando el oprobio, la maldición y la condena, por todas las injusticias de nuestros padres, que se apartaron del Señor, nuestro Dios.
9 Escucha, Israel, los mandamientos de vida; presta atención para aprender a discernir.
10 ¿Por qué, Israel, estás en un país de enemigos y has envejecido en una tierra extranjera?
11 ¿Por qué te has contaminado con los muertos, contándote entre los que bajan al Abismo?
12 ¡Tú has abandonado la fuente de la sabiduría!
13 Si hubieras seguido el camino de Dios, vivirías en paz para siempre.
14 Aprende dónde está el discernimiento, dónde está la fuerza y dónde la inteligencia, para conocer al mismo tiempo dónde está la longevidad y la vida, dónde la luz de los ojos y la paz.
15 ¿Quién ha encontrado el lugar de la Sabiduría, quién ha penetrado en sus tesoros?
16 ¿Dónde están los jefes de las naciones, los que dominaban las bestias de la tierra
17 y se divertían con las aves del cielo; los que atesoraban la plata y el oro, en los que los hombres ponen su confianza, y cuyas posesiones no tenían límite;
18 los que trabajaban la plata con tanto cuidado, que sus obras sobrepasan la imaginación?
19 Ellos han desaparecido, han bajado al Abismo, y han surgido otros en su lugar.
20 Otros más jóvenes han visto la luz y han habitado sobre la tierra, pero no han conocido el camino de la ciencia,
21 no han comprendido sus senderos. Tampoco sus hijos la han alcanzado y se han alejado de sus caminos.
22 No se oyó nada de ella en Canaán, ni se la vio en Temán.
23 Ni siquiera los hijos de Agar, que buscan la ciencia sobre la tierra, ni los mercaderes de Merrán y de Temán, inventores de fábulas y buscadores de inteligencia, han conocido el camino de la sabiduría, ni se han acordado de sus senderos.
24 ¡Qué grande, Israel, es la morada de Dios, qué extenso es el lugar de su dominio!
25 ¡Es grande y no tiene fin, excelso y sin medida!
26 Allí nacieron los famosos gigantes de los primeros tiempos, de gran estatura y expertos en la guerra.
27 Pero no fue a ellos a quienes Dios eligió y les dio el camino de la ciencia;
28 ellos perecieron por su falta de discernimiento, perecieron por su insensatez.
29 ¿Quién subió al cielo para tomarla y hacerla bajar de las nubes?
30 ¿Quién atravesó el mar para encontrarla y traerla a precio de oro fino?
31 Nadie conoce su camino, ni puede comprender su sendero.
32 Pero el que todo lo sabe, la conoce, la penetró con su inteligencia; el que formó la tierra para siempre, y la llenó de animales cuadrúpedos;
33 el que envía la luz, y ella sale, la llama, y ella obedece temblando.
34 Las estrellas brillan alegres en sus puestos de guardia:
35 él las llama, y ellas responden: «Aquí estamos», y brillan alegremente para aquel que las creó.
36 ¡Este es nuestro Dios, ningún otro cuenta al lado de él!
37 El penetró todos los caminos de la ciencia y se la dio a Jacob, su servidor, y a Israel, su predilecto.
38 Después de esto apareció sobre la tierra, y vivió entre los hombres.
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El Nuevo Testamento
APOCALIPSIS C. 2
Capítulo 2
1 Escribe al Angel de la Iglesia de Efeso: «El que tiene en su mano derecha las siete estrellas y camina en medio de los siete candelabros de oro, afirma:
2 «Conozco tus obras, tus trabajos y tu constancia. Sé que no puedes tolerar a los perversos: has puesto a prueba a quienes usurpan el título de apóstoles, y comprobaste que son mentirosos.
3 Sé que tienes constancia y que has sufrido mucho por mi Nombre sin desfallecer.
4 Pero debo reprocharte que hayas dejado enfriar el amor que tenías al comienzo.
5 Fíjate bien desde dónde has caído, conviértete y observa tu conducta anterior. Si no te arrepientes, vendré hacia ti y sacaré tu candelabro de su lugar preeminente.
6 Sin embargo, tienes esto a tu favor: que detestas la conducta de los nicolaítas, lo mismo que yo».
7 El que pueda entender, que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias: al vencedor, le daré de comer del árbol de la vida, que se encuentra en el Paraíso de Dios».
8 Escribe al Angel de la Iglesia de Esmirna: «El Primero y el Ultimo, el que estuvo muerto y ha revivido, afirma:
9 «Conozco tu tribulación y tu pobreza, aunque eres rica, así como también la maledicencia de los que se llaman judíos, y no son más que una sinagoga de Satanás.
10 No temas por lo que tendrás que padecer: mira que el demonio va a arrojar en la cárcel a algunos de ustedes para que sean puestos a prueba, y tendrán que sufrir durante diez días. Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida».
11 El que pueda entender, que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias: la segunda muerte no dañará al vencedor.
12 Escribe al Angel de la Iglesia de Pérgamo: «El que tiene la espada de doble filo afirma:
13 «Sé que tú habitas donde está el trono de Satanás. A pesar de todo, permaneces fiel a mi Nombre y no has renegado de tu fe en mí, ni siquiera en la época de Antipas, mi testigo fiel, al que mataron en el lugar donde habita Satanás.
14 Sin embargo, debo reprocharte algo, y es que tienes adictos a la doctrina de Balaam, el que enseñó a Balac cómo debía seducir a los israelitas para que se prostituyeran, comiendo los alimentos sacrificados a los ídolos.
15 Tienes además partidarios de la doctrina de los nicolaítas.
16 Arrepiéntete, o iré en seguida para combatirlos con la espada de mi boca».
17 El que pueda entender, que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias: al vencedor, le daré de comer el maná escondido, y también le daré una piedra blanca, en la que está escrito un nombre nuevo que nadie conoce fuera de aquel que lo recibe.
18 Escribe al Angel de la Iglesia de Tiatira: «El Hijo de Dios, el que tiene los ojos como llamas de fuego y los pies semejantes al bronce fundido, afirma:
19 «Conozco tus obras, tu amor, tu fe, tu servicio y tu constancia. Sé también que tus últimas obras son más abundantes que las primeras.
20 Pero, debo reprocharte que toleras a Jezabel, esa mujer que pretende ser profetisa, la que engaña a todos mis servidores, y les enseña a prostituirse comiendo los alimentos sacrificados a los ídolos.
21 Yo le he dado tiempo suficiente para arrepentirse, pero ella no quiere dejar de fornicar.
22 Por eso, la arrojaré en un lecho de dolor, y someteré a sus compañeros de adulterio a una prueba terrible, si no se arrepienten de sus obras,
23 y haré morir a sus hijos. Así sabrán todas las Iglesias que yo conozco íntimamente los sentimientos y las intenciones. Y yo retribuiré a cada uno según sus obras.
24 En cuanto a ustedes, los demás de Tiatira, los que no comparten esta doctrina ni conocen "los secretos de Satanás" –como dicen ellos– no les impondré nada nuevo,
25 excepto que conserven firmemente lo que ya poseen, hasta que yo vuelva.
26 Al vencedor, al que permanezca fiel hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones.
27 El las regirá con un cetro de hierro y las destrozará como a un vaso de arcilla,
28 con el mismo poder que yo recibí del Padre; y también le daré la Estrella de la mañana».
29 El que pueda entender, que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias»
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