Breve historia de Palestina en tiempos de Jesús

Fueron muchos los pueblos invasores, que desde siempre intentaron conquistar o conquistaron Oriente Medio, especialmente la región donde Jesús nació y vivió. Ya tenemos noticias de que fue conquistada por los pueblos egipcios y el mundo anatólico (la actual zona asiática de Turquía).

Este territorio donde Jesús nació y vivió no fue unificado hasta que David (1004-965 a.C.) –el menor de los ocho hijos de Isaí, de la familia de Isaías y de la tribu de Judá -traslada el Arca a Jerusalén, ciudad que no era capital de ninguna de las tribus en pugna por el poder del momento, sino una conquista personal suya, concentrando así, en un solo punto la sede de la vida religiosa y la capital política de la región.

Sin embargo, la realidad era que, por más que David era a la vez rey de Judá y de Israel, el pueblo al que gobernaba estaba y se sentía aún dividido en dos. Sólo los unía la obediencia al rey, lo que convertía al gobierno en una monarquía personalista y, por lo mismo, inestable. Más tarde, Salomón sufrirá el mismo problema: conseguirá sostener la unidad, pero la misma se hará trizas 24 horas después de su muerte.

Así, el reino se dividirá en dos:

- El Reino de Judá al sur (las tribus de Judá y Benjamín), con Roboán como primer rey (926-910 a.C.) y la capital en Jerusalén.

- El Reino de Israel al norte (el resto de las tribus: Simeón, Dan, Efraín, Rubén, Isacar, Dad, Manases, Zabulón, Aser y Neftalí), con Jerooán como primer rey, que se establece en Siquén y, al no tener ya a Jerusalén como lugar de culto, erige dos santuarios: San, al norte, y Betel, al sur. Pero estos centros de culto pronto se contagian de prácticas paganas.

Por su posición estratégica entre Egipto y las potencias Mesopotámicas, ambos reinos eran muy vulnerables a las invasiones. En tiempos de David y de Salomón se vivió una época de paz, pues ninguno de los reinos vecinos era lo suficientemente fuerte como para atacarlos. Sin embargo, luego de la división, las naciones de Siria, Amón y Moab ocasionaron crecientes perturbaciones tanto al reino de Judá, como al reino de Israel.


Principales invasores
En la Biblia, Asiria significó opresión; Babilonia, poder.

Asiria y Babilonia atacan a los dos reinos hasta que Jerusalén (587 a. C.), sitiada durante más de 18 meses, es tomada; el rey Sedecías fue apresado y cegado, los objetos sagrados del Templo profanados y llevados a Babilonia. Jerusalén y el Templo fueron destruidos y los israelitas deportados. Sólo quedaron los muy pobres para cultivar la tierra (2 Re 25, 1-21).

Cuando los persas conquistaron Babilonia, los hebreos pudieron regresar a su patria, y con la ayuda del rey Ciro reconstruyeron Jerusalén.

En las conquistas de Alejandro Magno, Palestina pasó de nuevo a manos del Imperio de Macedonia, es decir, al rey de Siria. Muchas veces los hebreos trataron de rebelarse a la dominación de los reyes sirios, pero jamás llegaron a tener independencia.

Hacia el año 65 a.C., las legiones romanas llegan hasta los confines del país y lo conquistan. En el 63 a.C. Pompeyo conquista la región y la organiza en unidades territoriales: Judea (independiente, más en la teoría que en la práctica), Samaria y las ciudades libres.

En el año 37 a. C., Herodes, llamado el Grande, obtiene de los romanos el título de rey de Judea. A su muerte, el reino se divide entre sus hijos: Arquelao reinó en Judea, Samaria e Idumea; Filipo fue rey de Iturea y Traconítide; Herodes Antipas, rey de Galilea y Perea. Hacia el año 6 d.C., los romanos se ven obligados a destituir a Arquelao y convertir sus territorios en provincia romana, con un Procurador romano al frente. En el tiempo de Jesús, cuando es condenado a muerte, el procurador romano era Poncio Pilato que estuvo en el cargo del 26 al 36 d.C. Pilato fue quien entregó a Jesús a los judíos para que los crucificaran.


Durante la ocupación romana, el consejo judío, Sanedrín, intentó conservar la paz con los romanos para proteger su propia posición. Los recaudadores aprovecharon la ocasión para enriquecerse. En estas circunstancias, muchos esperaban la salvación, como Simeón, que se encontraba en el Templo cuando los padres de Jesús lo llevaron para presentarlo al Señor. Jesús debía estar atento para no ser confundido con un libertador político.

El espíritu de resistencia al opresor romano lo alimentaban los celotes (una especie de grupo de guerrilla); ese espíritu fue el que provocó los altercados que en el año 70 d.C. llevarían a la guerra y con ello la destrucción de Jerusalén y de su Templo por Tito. Los hebreos fueron desperdigados por el mundo (diáspora) y sólo después de la II Guerra Mundial retornan a su patria constituyendo el moderno Estado de Israel.


PALESTINA. EL SENTIDO BÍBLICO DE LA TIERRA

Palestina es una estrecha franja de tierra situada en Asia occidental. Está enmarcada entre los montes del Líbano y del Antilíbano al norte; el área del desierto del Negueb al sur; el Mediterráneo al oeste y el desierto de Siria al este.

El primer texto que nos habla de la "tierra prometida" es Gen 12, 1. Después de haber prometido a Abrahán una descendencia numerosa, el Señor le garantiza un país para que la posteridad pueda ocuparlo. La tierra es entregada en función de la descendencia.

Esta última tendrá que convertirse en el pueblo del Señor, el elegido. Un descendiente de este pueblo, el Hijo de David, será el Mesías de Israel, el Emmanuel.

El sentido de tierra, de una geografía para un pueblo, según los textos bíblicos, es muy profundo. El Señor es el que crea el universo y es su soberano y su propietario: toda la tierra le pertenece. Él distribuye el territorio a los pueblos. La tierra de Canaán, la tierra prometida, es morada del Altísimo, su herencia (Sal 79). Israel sólo dispone de su usufructo para cumplir la misión que Dios le ha confiado.

PALESTINA, CANAÁN, ISRAEL, TIERRA SANTA

El nombre de Palestina, de "filisteos", aparece por primera vez como adjetivo y como sustantivo en Herodoto (s. V a.C.) y es introducido como denominación oficial de la provincia siro-filistea por los romanos tras la rebelión judía (132-135 d.C.). Como el país estaba habitado por los cananeos antes de ser ocupado por Josué, otro nombre ocurrente es la tierra de Canaán. La tercera denominación Israel, es asumida por el patriarca Jacob, el cual, después de haber luchado con Dios en el vado de Yacob, recibe este nombre de él.

Su etimología es explicada por el mismo autor sagrado: "Te has peleado con Dios" (Gen 32, 23-31). Tierra Santa es una denominación más moderna empleada por los cruzados. Indica la porción de tierra donde ocurrieron los acontecimientos de salvación narrados por los evangelios.